Más de setenta años de historia ha vivido la cárcel vieja de Cáceres, situada en el barrio de Pinilla y Mejostilla, y que en estos momentos encarna un debate que ya ha perseguido a otros edificios históricos de la ciudad ¿se va a derribar?, si no se destruye ¿qué se construirá en su interior?

Corrían los años 30 cuando esta prisión se levantó en lo que por aquel entonces llamaban "afueras de San Blas". España vivía la Segunda República y se encontraba inmersa en un gran declive económico tras pasar la Crisis de 1929. Con todo esto, en Cáceres, gobernada por Antonio Canales, por fin se aprueba la construcción de una nueva cárcel, porque la que entonces se denominaba antigua --situada en la plaza de la Audiencia-- estaba desprovista de las condiciones más esenciales de salubridad, higiene, capacidad y seguridad.

Sin embargo la ejecución de Cáceres I no fue un hecho aislado, ya que, durante el periodo republicano, el ayuntamiento de Cáceres multiplicó su actividad en la dirección modernizadora de la ciudad. Así, se construyó, por ejemplo, la escuela de Magisterio, el gobierno civil, o la entonces llamada ronda de unión entre las carreteras de Salamanca y Trujillo --hoy avenida de Guadalupe, entre otras.

Y es que, tal y como ocurre en la actualidad con las obras del Plan E, para fomentar el empleo, los ayuntamientos también intensificaban el volumen de obra pública.

Tres hectáreas

En concreto, Cáceres I se ejecutó tras aprobarse en pleno la compra de las tres hectáreas que medía el terreno por 4.500 pesetas. El arquitecto encargado de su construcción fue José Luis Aranguren y el inmueble costó a las arcas municipales más de 2.700.000 pesetas.

Cáceres I tenía capacidad para 145 presos --130 hombres y 15 mujeres-- de diversa índole: procesados por delitos políticos, dependientes del gobierno civil o en cumplimiento de condena correccional.

Tras todos estos avatares, este edificio histórico vuelve a estar de actualidad, tanto, que el debate de su demolición está también en las calles de La Mejostilla y Pinilla, cuyos residentes prefieren que no se derribe. "Pero si está en perfectas condiciones", dice Isabel, una de las vecinas de la zona, "aunque sí que debería desaparecer la cárcel porque nos hace un flaco favor", continúa. Como ella opina la mayoría de los habitantes de estos barrios. Sin embargo, no todos coinciden en cuál debería ser el futuro uso del edificio, aunque muchos, a priori, se conforman con la construcción de un centro de arte joven, como propuso hace días el grupo municipal PP-EU o el PSOE en 2006, quienes sugirieron hacer un espacio para la creación joven, que definitivamente se levantará en la Ribera del Marco.

¿Qué quieren los vecinos?

"Un centro de arte le vendría muy bien al barrio, que últimamente está muy dejado. Además los jóvenes necesitan algo así", debaten Isabel y Pilar, dos vecinas que vuelven a su casa para comer.

En cambio, como para gustos los colores, muchos otros vecinos imaginan que tras estas paredes podrían hacerse infinidad de cosas. Es el caso de Pilar: "no estaría mal un centro de arte, eso siempre es bueno, pero creo que este barrio tiene otras necesidades como es la construcción de un instituto de secundaria", opina. "Mis hijos --dice-- cuando acaben el colegio tendrán que irse a la Universidad Laboral que es el único que hay por aquí". "Tienes toda la razón", asiente María Angeles mientras se une a la conversación sobre el futuro de Cáceres I.

Higinio y Pilar Montero esperan a sus respectivos hijos a la puerta del colegio, que se encuentra justo frente a la antigua cárcel: "que hagan un centro de actividades para los niños", dice Higinio. "Es verdad, porque en este barrio no hay nada para ellos, además seguro que si lo tiran no harán nada, como siempre", asegura Pilar.

"¿Un centro de arte?, yo creo que aquí deberían poner un lugar de reunión para las personas mayores", opina Cristina, una joven pedagoga cuyos padres viven en Pinilla de toda la vida. "Pues sí un centro para nosotros", dice Jacinta, una mujer mayor que hace la compra junto a su marido. "A mí me parece muy bien que se ponga un centro de arte, pero pensándolo bien creo que a los mayores nos hace falta algo de ocio, que también tenemos derecho a ello", cuenta mientras su marido, que no quiere salir en las fotos asiente con la cabeza dándole la razón. Javier, en cambio, cree que deberían derribarlo y construir viviendas.

Lo que sí que es cierto es que, antes de echar a volar su imaginación y pensarlo detenidamente, la mayoría de los residentes cree que el centro de arte no es mala opción porque como dice José María, un vecino de Mejostilla, "el saber nunca ocupa lugar".