A la hora del recreo, el patio del colegio Moctezuma se llena de alumnos deseando jugar. Carlos, con síndrome de down, se acerca al fotógrafo con ganas de colgarse la cámara. Tiene poco más de cinco años y es la imagen de la normalidad en el centro con más alumnos de la capital cacereña. Hasta 633 de Infantil y Primaria, precisa su director, José Luis Rol, uno de los 44 docentes de estas instalaciones que llevan abiertas desde hace 27 años.

Y es que la impronta del Moctezuma ha sido la labor de integración que realizan con niños con discapacidad, en la actualidad, alrededor de medio centenar. Maite Berrocoso y Oana Gómez, dos antiguas alumnas sordas que crecieron en sus aulas, recuerdan con cariño aquella etapa en la que recibían el apoyo de una logopeda. Emocionadas al verse en la orla del curso 93-94 en uno de los pasillos, Berrocoso trabaja ahora para la Federación Extremeña de Asociaciones de Personas Sordas y Gómez es vendedora de la Once. El reencuentro con Irene Muñoz, la profesora más veterana del centro y que las tuvo en clase, sirve como ejemplo a ese trabajo por la integración.

En la dinámica del centro se mezclan docentes veteranos y jóvenes. Reunidos en tertulia, Juan Ramón Acha, jefe de estudios que lleva siete años en el colegio, y Angel Rodríguez, tutor de quinto, conversan sobre la situación de la barriada y el papel del colegio con Miriam Ceballos, estudiante en prácticas de Magisterio en lengua extranjera, y Rubén López, profesor de música, que cumple uno en el centro: "Estamos en un barrio de un nivel socioeconómico medio que ha quedado integrado en el centro. Tenemos ventajas porque la gente que se ha venido a vivir tiene un nivel cada vez mayor", explica el jefe de estudios.

Al Moctezuma llegan cada día niños de otras zonas como Aldea Moret o la Mejostilla. Para Rodríguez, este factor supone que el centro "sea una referencia en Extremadura" porque mezcla a alumnos con necesidades educativas especiales "que están perfectamente integrados".

Mientras tanto, en la clase de Pilar Cortés, los pequeñines de tres años disfrutan cantando mientras Papelote, el personaje que les sirve de guía en sus libros, aparece pintado en la pizarra. Las aulas están en el pabellón que se levantó en la última reforma acometida hace un par de años. En la biblioteca, Vicente Rodríguez, docente y escritor, comparte con sus alumnos un taller literario en el que aprenden la técnica del cuento.

Pero la tarea del centro no solo se limita a la educación de puertas para adentro. Cuenta el jefe de estudios que fueron pioneros en un programa piloto de la Junta denominado Imaginar para entender , con el objetivo de emprender acciones para mejorar y transformar el barrio. La iniciativa se retomará a principios de año, divididos en grupos. "Nuestro papel es fundamental para integrar a la sociedad del mañana", precisa Acha.

El director, José Luis Rol, tiene una mesa redonda donde este docente habla de su experiencia en el colegio, al que llegó hace cinco años. Profesor de Francés, explica con orgullo cómo lograron la última reforma y ya piensa en su próximo reto: potenciar el aprendizaje de idiomas.

Sin barreras

Rol se mueve con soltura por los pasillos de los tres pabellones del recinto, al que sí le faltan unos juegos infantiles en el patio que aún no se han repuesto. Precisamente ese es el punto de encuentro donde docentes y alumnos se reúnen cada mañana para disfrutar del recreo.

Sin barreras arquitectónicas que impidan a un alumno en silla de ruedas moverse por las instalaciones, el Moctezuma utiliza también el pabellón de la barriada para actividades deportivas. Carlos, que no ha parado de dar vueltas en el recreo, viene para despedirse de los periodistas. Sus ojos grandes miran con la intensidad del que está creciendo y tiene toda la vida por delante. El es otro ejemplo de esta tarea por la integración que ya dura más de medio siglo. Que sea por muchos años, profesores.