La unidad de ictus del Hospital San Pedro de Alcántara, la única de Extremadura, se encuentra ya entre las mejores de España. Seis meses después de su puesta en marcha han pasado por ella 145 pacientes, de los que más de la mitad (55%) salieron en situación de discapacidad mínima. Además el 8,3% de los afectados recibieron el tratamiento en las primeras tres horas de la enfermedad --el periodo de máxima eficacia--. La cifra se aleja del 25% de hospitales de Estados Unidos con una dilatada experiencia "pero es equiparable a los que se obtienen en el resto de las unidades de España", señaló a este diario el neurólogo Ignacio Casado, que dirige la unidad junto al doctor José María Ramírez. Ambos presentaron la semana pasada los resultados del primer semestre de actividad ante una comisión de evaluación del hospital.

En ese balance, ambos destacaron los beneficios que ha supuesto en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad la creación de esta unidad: los escasos 30 metros cuadrados que ocupa permiten tener bajo control a los pacientes las 24 horas del día y favorecen una intervención rápida ante cualquier variación en su estado de salud. "Y eso gracias a un buen equipo de profesionales y a una reforma que costó apenas 60.000 euros", explicó a este diario el doctor Casado.

FALTA DE OXIGENO El ictus --conocido como accidente cerebrovascular, embolia o trombosis--, es una enfermedad a los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro. Ocurre cuando uno de estos vasos se rompe o resulta taponado por un coágulo u otra partícula. La consecuencia es que la zona afectada no recibe oxígeno, por lo que no puede funcionar; comienza a perder células nerviosas y eso provoca efectos secundarios como parálisis o dificultades en el habla.

Aunque insiste en que el balance es muy positivo y que "desde el primer día la maquinaria de la unidad de ictus funciona a pleno rendimiento", el neurólogo matiza y marca como un nuevo reto "mejorar la interrelación entre los profesionales de los servicios de emergencias, en especial con el 112 con el que estamos colaborando de forma muy estrecha para que se beneficien el mayor número posible de personas", ya que en las dolencias cerebrovasculares una intervención rápida es vital para minimizar los efectos de la enfermedad. Casado aseveró, en todo caso, que Extremadura presenta condiciones especialmente desfavorables para un funcionamiento ágil de esta unidad.

"El desconocimiento de la sintomatología, la orografía de la región y las elevadas cifras de población de riesgo --mayores de 60 años con hábitos poco saludables-- dificultan que el tratamiento llegue al enfermo en las primeras horas", señaló el neurólogo, quién matizó: "En ocasiones los enfermos no reconocen los síntomas previos al ictus y llegan a la unidad demasiado tarde, bien por este motivo, o por la dispersión de la población". Por eso insisten en la importancia de prevenir e informar.

Según los estudios epidemiológicos a Extremadura le corresponden en torno a 2.000 de los 90.000 casos de ictus que se producen cada año. "Es una cifra elevada para la población que hay en la región --un millón de personas aproximadamente-- y se debe a que se trata de población envejecida, menos activa que en otras regiones, con una alimentación rica en grasas y abundante", explicó el doctor, que asegura que esta unidad puede atender las necesidades de la región ya que muchos de los afectados no cumplen los criterios de ingreso que establecen los protocolos médicos: en estos seis meses ingresaron 145 enfermos de ictus de los 293 a los que se les diagnosticó.

ESTUDIO PIONERO La unidad ha puesto en marcha un plan pionero para seguir la evolución del paciente tras abandonar el hospital. La tarea la desarrolla el enfermero de la unidad, telefonea al paciente a las 12 semanas del alta para valorar si está cumpliendo con el tratamiento y las recomendaciones médicas --si toma la medicación , lleva la dieta que se le recomendó o dejó de fumar si lo hacía-- y si en este tiempo continúa la evolución.

El objetivo es que puedan llegar a ser completamente dados de alta en un año, de modo que las revisiones periódicas que ahora realizan los especialistas puedan ser sustituidas por visitas al médico de cabecera al cabo de un año. "Es seguro, médicamente posible y contribuiría de forma importante a reducir la lista de espera sin perjudicar la recuperación del enfermo", señaló Casado. De hecho el proyecto tuvo una gran acogida cuando se presentó a los participantes en el congreso nacional sobre la especialidad que se celebró en Cáceres en octubre.