Los vecinos del acusado de haber matado de más de 30 puñaladas al acosador de su mujer avalaron ayer en el juicio lo manifestado tanto por el acusado, Enrique Manzano, como por su mujer sobre el "infierno" vivido durante mucho tiempo "por el continuo acoso y persecución" a la que, aseguraron, les tenía sometido el fallecido, Raúl Armengol.

Las cuatro personas que declararon ayer, como la mayoría de los 20 testigos que lo hicieron en la sesión del lunes, entre ellos numerosos agentes de la Guardia Civil, aseguraron que el fallecido, y pese a existir una orden de alejamiento, pasaba diariamente "sin necesidad" por la casa del acusado y que le provocaba "insultándole y llamándole de todo", así como que esta situación "cambió el carácter de Enrique, que era muy extrovertido y alegre y se volvió serio".

Los propios forenses manifestaron que una situación de estrés prolongada como la que estaba sufriendo Enrique Manzano, que temía sobre todo por la integridad de su mujer, según pusieron de manifiesto la mayoría de los testigos, "pudo hacer que en el momento de la pelea perdiera gran parte de su capacidad de autocontrol".

A Enrique Manzano, vecino de Losar de la Vera, se le acusa, como ya informó ayer este diario, de matar de más de 30 puñaladas a su convecino Raúl, aunque él aseguró el lunes en el juicio que fue el fallecido quien le atacó y que él solo se defendió. Ocurrió el 25 de agosto del 2005, cuando el acusado paseaba a su perro y llegó Raúl con su coche, paró, le llamó y seguidamente, según el acusado, comenzó a agredirle con un cuchillo que llevaba en el coche.

DUDAS Y PETICIONES En el juicio se intentó aclarar, sin resultado, si el cuchillo pertenecía a Raúl y si fue éste el primero que lo usó, quitándoselo después Enrique, o si era de éste, que lo habría cogido de su casa a la espera de encontrarse con el acosador.

Tampoco los forenses aportaron claridad respecto a las heridas que ambos presentaban, pues según indicaron podían ser tanto defensivas como de ataque, sí como que pudieran ser fruto del forcejeo entre ambos y de la pelea cuerpo a cuerpo.

Concluidas las declaraciones de testigos y demás pruebas periciales y documentales, el fiscal mantuvo su acusación de homicidio, pero rebajó su petición de pena de 14 a 9 años de prisión por estimar dos atenuantes, la de confesión, pues nada más ocurrir el suceso llamó a la Guardia Civil, y la de encontrarse en un estado pasional. Sí mantuvo la petición de 200.000 euros de indemnización. La acusación particular, por su parte, siguió considerándole autor de un delito de asesinato y matuvo su petición de 24 años de prisión, mientras que la defensa solicitó la libre absolución por seguir estimando que actuó en legítima defensa, así como que son de aplicación la eximente incompleta de trastorno mental transitorio y la atenuante de confesión.

Habrá de ser el jurado quien determine con su veredicto, que podría conocerse hoy.