Los vecinos de la calle Nidos, en el casco antiguo de la ciudad, denuncian que el ayuntamiento no repone un bolardo que impide el acceso a la zona a los vehículos de los no residentes. El pivote fue arrancado hace meses por un camión y, desde entonces, no se ha sustituído.

Este hecho, según los vecinos, provoca que los coches pasen a altas velocidades por una calle estrecha, donde los residentes suelen conducir con más precaución porque saben precisamente que no hay aceras y que pueden arrollar a las personas que salen de sus casas. Esto mismo es lo que le sucedió a Florentina Pavón, que vive en la calle Nidos, «cuando pasa un coche te tienes que meter en un portal».

Durante unos días, uno de los vecinos, Jesús Sansón, ‘custodió’ por las noches el bolardo arrancado por el camión para que no se lo llevaran, a la espera de que lo volvieran a poner. Sansón asegura que «lo guardaba en el garaje por la noche para que no desapareciera», pero un día que no pudo hacerlo, se llevaron el bolardo.

Los vecinos critican que estos hechos ocurrieron hace meses, «mucho antes de Navidad», según Florentina Pavón, sin que se haya resuelto aún. De hecho, lo han comunidado en varias ocasiones al ayuntamiento.

El consistorio confirma que han recibido la solicitud y que conocen todos los acontecimientos, tanto que el bolardo fue arrancado por un camión como su desaparición. El ayuntamiento ya ha solicitado a la brigada de obras que lo repongan, algo que esperan se acometa en poco tiempo, aunque no dan fechas concretas.

La falta del pivote hace que, según los residentes en la calle Nido, los vehículos circulen por esta zona a unas velocidades superiores a las permitidas. Jesús Sansón apunta a que, a este hecho, se suma que las señales que limitan el acceso y la velocidad «pasan desapercibidas» por la parte del Palacio de Justicia. «Por la plazoleta, que también es sólo para residentes, circulan todo tipo de coches a toda velocidad», añade Sansón.

Pero además de la falta del pivote, los vecinos se quejan del estado en general de la calle, «está fatal», afirma Silvia Aschauer, residente en ella, «su arreglo se ha incluido dos veces en los presupuestos municipales y aún no han hecho nada», concluye.