Cuando Fulgencio Borrella era un niño, algunos días corría hasta la Fuente del Corcho, en la Montaña, tras salir de la escuela del Madruelo. Allí le esperaba su madre lavando la ropa, como todas sus vecinas, y allí daban buena cuenta del puchero en los días cálidos para no perder un minuto de aquel sol que blanqueaba sábanas y camisas. Pero el enclave fue cayendo en el olvido y finalmente en el abandono, hasta que un grupo de vecinos de San Marquino decidió rescatar este espacio centenario, ahogado por los zarzales. Fulgencio es uno de ellos, también Martín Picón y otros compañeros. Ayer mostraron a este diario los avances tras dos años de trabajo.

Donde había maleza ahora hay bancos y árboles. Tres manantiales ya están completamente a la vista y el camino desde San Marquino, de unos 200 metros, se encuentra por completo despejado para llegar a pie desde la barriada. "Para nosotros se trata de un lugar muy simbólico, lleno de recuerdos, en realidad era la lavandería de San Marquino y Fuente Rocha", indica Fulgencio, quien acude a regar cada día.

Martín Picón fue el primero en comenzar los trabajos. Luego se le unieron otros vecinos. Ayer ya estaba ocupado en los arreglos al amanecer y mostraba satisfecho el cartel que ellos mismos han instalado. Dice así: 'Fuente del Corcho, desde 1817' . Todas las mejoras han sido posibles gracias a la dedicación de los vecinos, que han aportado su trabajo, sus herramientas, sus materiales y también su dinero. "Cada uno ponemos 3 o 5 euros, lo que vamos pudiendo, y además colaboran las mujeres mayores, que están encantadas con ver de nuevo la fuente", explican.

El esfuerzo ha merecido la pena. La fuente de mayor tamaño está libre de hierbas y luce sus paredes blancas. El brocal de otra fuente utilizada antiguamente para el aclarado también se ha restaurado. Un nuevo paso en hormigón y piedra con barandilla metálica permite salvar el pequeño cauce desde el camino hasta el viejo lavadero. Los vecinos han sembrado higueras, almendros, manzanos, avellanos, membrillos, nogales, ciruelos y acacias. Además, han instalado varios bancos y papeleras.

Los trabajos continúan. "Lamentablemente, muchos estamos ahora desempleados y podemos dedicarle más tiempo", confiesan. Esta semana pintarán el brocal de una de las fuentes y en cuanto se vaya el calor trasplantarán varias higueras grandes que ya tienen listas, así como árboles frutales y numerosos rosales. Hay otros arreglos pendientes que no pueden afrontar, y por ello piden la ayuda de las instituciones, por ejemplo la eliminación de los baches del camino para que los mayores puedan llegar sin peligro hasta el paraje (cuando llueve se vuelve intransitable). También solicitan la reforma de las paredes de piedra que circundan el espacio, ya que ovejas y caballos se meten en el lugar y han dado buena cuenta de algunos árboles jóvenes.

Asimismo, proponen que esta zona se incluya en el listado municipal de desbroces, una tarea que realizan ellos mismos. "Lo hacíamos con hocino y guadaña, y al final Martín se ha comprado una desbrozadora", señalan.

Los vecinos insisten en que actúan "de forma voluntaria", pero echan de menos mayor colaboración del ayuntamiento al menos en los materiales. Pese a las numerosas peticiones, solo han recibido cinco sacos de cemento y una ratona de grava.