Los vecinos de San Marquino han levantado la voz contra lo que aseguran que "cualquier día nos va a costar un disgusto", dice Dolores Durán, histórica de esta barriada ubicada en un enclave privilegiado de la ciudad. Se sienten afortunados por el marco que les rodea, pero la seguridad se ha convertido en un problema desde que retiraron unos reductores de velocidad que ellos piden que se vuelvan a instalar. Las bandas reductoras estaban colocadas en la carretera del santuario, que atraviesa el barrio. Se ubicaban en los dos extremos de la barriada para obligar a los vehículos a reducir la velocidad. Pero se retiraron con las obras de asfaltado que se llevaron a cabo hace ya varios años y no se volvieron a colocar.

"Es un peligro, hay coches que bajan a mucha velocidad y no frenan al entrar en el barrio", se queja Fidi Borrella, otro de los vecinos de la zona. Los residentes necesitan atravesar la carretera para hacer tareas cotidianas como tirar la basura y Borrella explica que muchas personas mayores ("que son la mayoría en el barrio", añade) titubean al pasar por la velocidad a la que vienen los vehículos. "El peor momento es en la noche de los fines de semana", señala, porque entonces algunos de los que bajan "lo hacen en carreras", afirma.

Los vecinos quieren que vuelvan a colocarse reductores de velocidad y bien pasos elevados en los dos extremos del barrio, tal y como estuvieron tiempo atrás. Además piden que se instale de nuevo el semáforo que también estaba colocado en el extremo superior del barrio y que, al igual que los reductores de velocidad, desapareció con las obras.

Hay un tercer elemento que consideran importante para la barriada, una barandilla que separe la acera de la zona de la calzada, especialmente en la zona en la que está el bar del barrio. "Cualquier día se van a llevar por delante a un niño", dice Dolores Durán. Como el resto de elementos que reclaman para mejorar la seguridad del barrio, la barandilla también desapareció tras unas obras, en este caso al renovar el pavimento del acerado. Los vecinos argumentan que, aunque la barandilla no les va a proteger si un coche baja lanzado y acaba colisionando con ese elemento, al menos si contribuirá a disuadir a los niños de bajar a la calzada.

En el barrio aseguran estar indignados con la situación y se quejan de que solo se atiende esta zona cuando se aproximan los actos de la Virgen de la Montaña. "En ese momentos sí se preocupan del barrio, pero el resto del año nos tienen abandonados", indica Borrella.