Cuando en el siglo XVI la Cofradía de San Blas El Mozo convocaba a todos los cacereños el día de las Candelas a acompañar la reliquia del santo, que bajaba desde San Juan hasta la ermita de San Blas para al día siguiente celebrar su fiesta, poco se imaginaba que estaba poniendo los cimientos de la romería más importante de la ciudad, la romería de las Candelas o de San Blas. Y cuando Benito Michel (1.633), escribano de la villa, "dio limosna al santo de una fanega de trigo, la cual se amasó y se hizo roscas para el día del santo", no esperaba que a partir de entonces las roscas de anís quedarían unidas de forma inseparable a la romería, y por extensión a cualquier celebración que se precie en la ciudad.

Un año más, y este coincidiendo con su día de siempre, el 2 de febrero, San Blas nos convoca a pasar un día de fiesta, alegría y celebración junto a su ermita.

Las romerías, como manifestación espontánea del sentimiento religioso popular, tienen dos objetivos fundamentales: celebrar algún acontecimiento y favorecer el encuentro de los que participan. En el caso de San Blas se consiguen perfectamente las dos cosas. Por un lado, celebrar la devoción a uno de los santos más populares de la zona, al cual acudían nuestros antepasados para poner remedio a algún problema cotidiano y agradecer sus favores. Y por otro, era ocasión de encontrarse o de saludar en un ambiente festivo, al que ves a diario, o al que veías de tarde en tarde. De una u otra manera, se diga lo que se diga, ambos objetivos siguen siendo actuales.

Tenemos que conseguir entre todos que la Romería de las Candelas o de San Blas sea una celebración que fomente el encuentro y la relación entre los cacereños. Convocados por la figura del santo, nos juntamos en los alrededores de la ermita para sentirnos más cerca de los que durante el año estamos alejados o nos vemos de vez en cuando. Las roscas de anís y el cordón del santo sirven para unirnos a todos, incluso a los que pensamos de forma diferente.

La dimensión religiosa de las personas siempre tiene que tender más puentes que muros, por eso, nuestra ilusión es que la fiesta favorezca todo lo que haga que la relación entre los cacereños sea cada vez más estrecha. Y con este ánimo, un año más, la parroquia de San Blas (que celebra los 50 años de existencia), la asociación de vecinos, y todos los que viven por aquí, convocamos a los cacereños a reunirnos para celebrar como se merece esta fiesta. Y sobre todo, que la participación en la romería nos dé ánimos para hacer de nuestra vida algo gratificante y provechoso para nosotros y para toda la gente que nos rodea.

* Párroco de San Blas