Hemos pasado los Pirineos. Impecables las áreas de servicio, incluidos los aseos. Pueblos y ciudades limpios, con aparcamientos y el centro peatonalizado. Silenciosos, principalmente por la noche, sin necesidad de desterrar a los jóvenes.

Corriendo agosto, la vuelta y la dificultad de aparcar. Las traseras de San Juan con bolardos. Un trocito más para ellos y un trocito menos para nosotros. Ninguna solución a la supresión salvaje de plazas en superficie y a la carencia de aparcamientos.

Estamos en Cáceres y gobernados por quien puso rejas en San Jorge y cierra los parques, aquel que defendía el derecho de los ciudadanos a llegar con el coche a la puerta de su casa y levantó la peatonalización de San Pedro y el recinto monumental.

Para mayor disparate, el otro día un operario municipal a golpe de marra destrozaba una fila de bolardos en lo alto de Roso de Luna (la de la izquierda, por cierto). No cabía el camión de los bomberos.

¿Y lo de la plaza? El responsable de Movilidad que la cierra, y el alcalde que la deja abierta. La solución dicen en la plaza Marrón.

¿Qué fue de Trinitarias, de las Claras y de tantas y tantas soluciones prometidas y nunca vistas?

Sí a la peatonalización, pero antes los aparcamientos que los bolardos. Por cierto ¿alguien ha echado los números del gasto en bolardos y reposiciones? La mala planificación nos cuesta muchos duros. Demasiados.

¿Quién responde por los disparates? ¿Quién los autoriza?