La energía eólica es la joya de la corona de las renovables en grandes instalaciones. Actualmente supone más del 20% de la electricidad generada en España, aunque la potencia total instalada es el 50% del registro de máxima potencia demandada en nuestro país. Hay imágenes que quedan en la retina como ver un molino parado en momentos de viento, esto es porque Red Eléctrica Española (REE) es la que establece la procedencia de la energía en función de la demanda.

En cualquier caso, teniendo una capacidad de producción de electricidad superior al doble de la máxima demanda, ¿no se puede plantear sustituir la generación de electricidad que contamina por la que no contamina? Contra esto, hace un año el gobierno lanzó un globo sonda en el que pretendía prorrogar en 10 años la producción nuclear y en 20 años la hidráulica, que si tenemos en cuenta que en el periodo 2000-2011 la energía producida por hidráulica y nucleares generó 50.000 millones de euros a un coste de 14.000 millones de euros (REE-CNE), y que si se prorroga no hay gastos de amortización de la instalación, los beneficios para las grandes empresas son fáciles de calcular.

Los molinos son ejes horizontales movidos por palas que transforman la energía del viento en mecánica mediante un generador en media tensión, se transforma en alta y se introduce en la red. Los hay desde uno hasta 5000 kW de potencia nominal. Extremadura tiene de 200 a 250 W/m2 de densidad media de potencia del viento a 80 m de altura.

La eólica doméstica, poco utilizada en España, complementada con solar fotovoltaica y almacenando la energía sobrante en baterías, puede llegar a asegurar el suministro de una vivienda. La instalación más adecuada para uso doméstico es la de 1kW, con palas de 80-90 cm., con altura similar a una antena de TV, puede producir 6-7 kWh al día, con un coste de instalación entre 3000 - 9000 euros y amortizable en diez años.