Con camisa azul a cuadros, pantalón gris, cazadora beige y puntualidad inglesa, un eufórico José Antonio Villa depositaba ayer su voto en las elecciones a la junta local del PP y tres horas después se convertía en el nuevo presidente de un partido que ha puesto en sus manos la esperanza de la renovación y el sueño de volver a conquistar la alcaldía. Villa (Cáceres, diciembre de 1968), único candidato al cargo, arrasó tras obtener el respaldo del 96% de los votos, aunque solo votó un tercio de los llamados a las urnas (329 afiliados de los 1.200 convocados).

El flamante presidente apeló a abrir la discusión en el seno del partido en torno a la persona que aspirará a pujar por la alcaldía cacereña dentro de dos años. Villa, seguro de sí mismo en su intervención ante los medios, no se anduvo con rodeos y fue taxativo al asegurar que ese debate "tiene que abrirse" para que tras la reflexión se escoja a la persona adecuada. Villa no dijo que haya que tomar esa decisión de forma inminente, más bien lo contrario: "No va a ser algo que se elija aquí a dedo, obviamente --reiteró-- será el debate lo que suscite todos los encuentros".

El presidente tampoco dio la espalda a esos rumores, cada vez más extendidos, que alejan a Javier Castellano del atractivo puesto. "Puede haber lugar a una renovación", confesó, pero insistió en que esa controversia debe generarse primero en el partido y después en el grupo municipal. Por eso, ante la pregunta de si será una mujer la persona finalmente elegida --se habla, entre otras, de la concejala Elena Nevado--, Villa respondió: "Podría ser, pero no voy a decir nada porque, insisto, va a ser el debate el que lo decida".

RENOVACION Además de la alcaldía, el dirigente local también requirió la apertura de una segunda contienda: la de la renovación generacional. Pero él no quiso ser explícito y emplazó a la comparecencia que esta mañana protagonizará junto al presidente regional, José Antonio Monago, y al provincial, Laureano León. De momento esa renovación pasa por la lista que Villa presentó ayer con 20 vocales, entre cuyos nombres destacan el de Elena Nevado y Teresa Bravo. La pregunta es qué personas ocuparán los puestos de confianza de esa lista definitiva que deberá refrendar la primera junta local que convoque el presidente la semana próxima.

El cargo sobre el que más se ha discutido en esa lista es el de la secretaría general, que pudiera ocupar la diputada Teresa Bravo, que por cierto ayer no se separó un minuto de Villa, lo acompañó en su intervención ante la prensa, en la sesión fotográfica posterior y estaba tan exultante que algo hacía intuir que de este proceso saldrá bien parada.

Satisfechos también estaban otros concejales que acudieron a arropar a Villa, como Luis Fernando Gallego, Jorge Carrasco o Lázaro García (en la mesa electoral). Frente a ellos, en otros corrillos: Joaquín Rumbo y un José Diego que apuraba sus últimos instantes como presidente y que simbolizaban el rostro de los desheredados . Javier Castellano acudiría más tarde; votó a eso de las 20.30 a su regreso de impartir clase en la universidad, en Badajoz.

Pero Villa, lejos de jugar a la exclusión, ofreció el discurso de lo que él denomina "interacción", es decir, sumar fuerzas mejor que restarlas. El presidente, conocedor de la oportunidad que el PP tiene de llegar a la alcaldía dada la inestabilidad del gobierno actual, no dio un paso en falso y fue inteligente al acudir a la sede de Antonio Hurtado con el discurso bien aprendido. No se olvidó de nadie: primero invocó a las bases, después a "todos los sectores" del partido, luego a quienes le han apoyado, a quienes no lo han hecho y, finalmente, defendió al Partido Popular que lidera José Antonio Monago como único motor de cambio de la sociedad cacereña, extremeña, española en definitiva.

Pero hubo más: citó a Saponi y recordó su "aplastante triunfo" en las elecciones del 95, reclamó el papel de la mujer, el de los jóvenes, llamó a tomar nota de los errores cometidos, también de los aciertos, sin dejar de lado ese toque cacereño cuando en un receso departió con un fotógrafo sobre la Cofradía de los Estudiantes. Con tanto plato en el menú, hubo quien a la salida de la votación se preguntó, casi a modo de lamento: "¿Y por qué este chico no quiere ser alcalde?".