TLta Oex cerró la anterior temporada con compositores rusos --soviéticos entonces-- y continúa ésta con gente de idéntica ciudadanía. Khachaturian aguantó denuncias de las autoridades por su música formalista . En fin, las perversas y pervertidas dictaduras... Su Vals de Maskerade es canalla, y a mí recordó cierta anécdota: alguien escribió la vida es un tango triste , sin embargo, otros, dijeron que era un vals --como el que escuchamos el viernes--.

El Concierto para violín " es otra cosa, además lo interpretó, como solista, Malikian. Espectacular en su conocimiento del medio, en su gesticulación, en mostrar sus sentimientos, en hacer suya la partitura, pero cuando vas a escuchar a alguien con estas características, al final, sólo ves al intérprete y obvias la música. De regalo ofreció El Royo Moro , un tobogán de emociones.

En la segunda parte pudimos disfrutar, quien así lo hiciera --los ultra ortodoxos no (je, je)--, de la Sinfonía nº 1 de Shostakovich. Comienza con música deconstruida --Adrià, no hay nada nuevo bajo el sol--, pero evoluciona y en el segundo movimiento están todos los instrumentos, juntos y revueltos, con una percusión fantástica, en escena.

Puede ser trágico y épico, hay un magma latiendo bajo la superficie que aflora y golpea. Es contradictorio y humano, alternando introspección y erupción. ¿Cómo se logra esto? Siendo un genio. ¡Vaya final apoteósico! A esto me refería con lo de los ortodoxos: "no se pueden poner las notas que te de la gana y lograr el aplauso final", dijeron.