Los trabajadores de Waechtersbach están dispuestos a seguir trabajando en la planta mientras haya actividad y mientras lleguen los pedidos, con el fin de facilitar el cobro de las nóminas y de otras cantidades que se les adeudan. Así lo acordaron ayer en su primera reunión con los tres administradores nombrados por el juzgado para supervisar la marcha de la fábrica y estudiar su situación (insolvencia, bienes, acreedores...), tras el expediente concursal de liquidación presentado por el empresario, Rodríguez Carmona, el 30 de septiembre. Se trata de la segunda quiebra en tres años, y esta vez el titular reclama directamente el cierre.

Las posibilidades de la empresa de cerámicas están prácticamente agotadas según los propios trabajadores y el sindicato mayoritario, UGT, ya que no confían en que nadie se preste ahora a reconducirla tras dos quiebras. No obstante, la plantilla trabajará hasta final de octubre para asegurarse la nómina. "De ahí en adelante continuaremos lo posible mientras haya pedidos, no podemos hacer más", subrayó el comité de empresa.

PROCESO De hecho, los administradores les explicaron ayer que durante un máximo de tres meses elaborarán un informe sobre la fábrica. Seguidamente el empresario podría optar por un nuevo convenio o la liquidación, aunque el día 30 ya pidió directamente el cierre. Hasta ayer, la duda estaba en el momento en que finalizará la relación laboral, es decir, el cese de la actividad, "pero hemos decidido seguir hasta donde se pueda porque nos conviene a todos", manifestó el comité de empresa.

Precisamente, el sindicato mayoritario en la planta, UGT, reiteró ayer sus tristes perspectivas. "Hemos seguido año tras año las auditorías de Waechtersbach, incluso con informes de nuestros propios servicios, y lamentamos que se venga abajo. Pero si no hay mercado, si no hay ingresos, estas situaciones se desencadenan", declaró Miguel Angel Rubio, presidente regional de la Federación del Metal, Construcciones y Afines de UGT.

Según Rubio, el nuevo empresario que tomó las riendas en el 2002, Rodríguez Carmona, no es el desencadenante de la crisis. "Vino pensando en ganar dinero. Ha viajado continuamente para abrir nuevos mercados y ha buscado otros diseños, pero no lo ha logrado, al final debe haber perdido capital", señaló. "Quizás hubiera sido necesaria una mayor apuesta de la Administración regional, porque la maquinaria está obsoleta y los costes de producción no son competitivos. Se habrían precisado unos 3 millones de euros para renovarla. Pero tampoco ha habido apoyos decisivos a la financiación de los empleos, sin olvidar que el sector de la cerámica tiene una fuerte competencia de los países emergentes y que no se trata de un bien de primera necesidad", indicó.

"Una cosa es que una fábrica no sea rentable y otra que no sea sostenible", dijo, lamentando la situación del personal, "que realmente se ha esforzado en todo".

NUEVAS PERDIDAS De todo ello se derivan las pérdidas de 300.000 euros que sufrió Waechtersbach en el 2004, y los más de 700.000 que se preveían de déficit a final del 2005 (ya se superan los 300.000 desde enero), según las cifras que baraja Rubio. A su juicio, "con la sociedad de mercado no hay quien pueda cuando la cosa se pone así", salvo casos como La Cartuja, donde una inyección millonaria pública la puso de nuevo a punto.