El día grande de Womad prometía y no defraudó. Fue un sábado feliz y lleno de brillo en el casco histórico con escenarios repletos de público, calles abarrotadas y un ambiente excepcional con la normalidad y la diversión como banderas. A falta del inicio de los conciertos de la madrugada, Womad escribió ayer otra página brillante en su historia con Cáceres. La respuesta indiscutible de los espectadores de todas las edades al certamen multiétnico volvió a poner de manifiesto que Womad es una seña de identidad y un balcón al resto del mundo a través de la magia de la música.

De nuevo, como ya sucedió en las dos primeras jornadas, la ciudad monumental se convirtió en un lugar privilegiado para disfrutar de los sonidos y la fiesta. Ni el cielo cubierto se atrevió a estropear una fiesta que engrandeció la imagen de este festival, que ha recuperado la fuerza y la energía que le reclamaban las instituciones. Ahora solo queda construir el futuro tras comprobar cómo Extremadura se ha ganado también el derecho a que sus músicos crezcan en autoestima tras destilar calidad en los escenarios de esta edición.

La cacereña Laura hizo una espectacular demostración de que el rap puede ser mucho más si se mezcla con el baile y otras músicas, sin perder el espíritu combativo de sus canciones. Exquisito e increíble por momentos, el compositor extremeño Carlos Ojeda ofreció en la plaza de San Jorge una propuesta artística que brilló a gran altura con instrumentos clásicos y danza sobre las tablas ante un público asombrado. Dos ejemplos de que éste ha sido el Womad más extremeño con una calidad lejos de cualquier duda.

MUCHO RITMO De la nómina extranjera, los ritmos balcánicos de Papikra Balkanicus hicieron vibrar a los espectadores que desde primeras horas de la tarde ya habían comenzado a cubrir el empedrado de la plaza Mayor. La marea de Womad fue creciendo hasta el anochecer sin dar respiro el flujo continuo de peatones por las plazas del casco histórico. Los servicios de limpieza volvieron a afanarse en que el recinto monumental estuviera lo más despejado posible de los envases de plástico de todo tipo que han hecho de este Womad el inicio de la era del plasticón . Los controles policiales en los accesos evitaron el vidrio, que sí se repartió de nuevo por el punto negro de la plaza de la Concepción, castigada por la suciedad del botellón como ya ocurrió durante las madrugadas del viernes y el sábado.

En la plaza Mayor se repitieron las escenas de días anteriores: jóvenes y mayores se divertían al ritmo de la música y acompañaban la liturgia con bebidas en envases de plástico para todos los gustos. Relajados y con las ganas de pasarlo bien para no olvidar que Womad es vida, los espectadores pudieron escuchar los sonidos africanos de Burkina Faso a cargo de Víctor Deme que, con su extrema delgadez, derrochó potencia cuando anochecía en la plaza Mayor. La postal de unos padres bailando con sus hijos o de jóvenes besándose con la complicidad de Womad hacían del festival un espectáculo grande y bello.

Pero la fiesta también se vivía en el recinto intramuros. Los tenderetes de las comidas del mundo no pararon de funcionar desde el mediodía en uno de los mejores atractivos para ganar mayor afluencia. A las nueve de la noche, la plaza de San Mateo y el acceso al escenario de Las Veletas eran un hervidero de público que no paraba de dar buena cuenta del cuscús o la sidra asturiana. La imagen daba razones al festival para potenciar esta actividad en próximas ediciones ante la fenomenal respuesta.

SIN APRETONES La preocupación de los organizadores por la masiva afluencia que se esperaba en la jornada de ayer fue resolviéndose gracias a medidas eficaces como el pasillo de seguridad en las escaleras del Arco de la Estrella que tan bien ha funcionado, gracias al riego por goteo que mojaba el suelo y que ha evitado que el público se siente y colapse la zona de seguridad. También han sido útiles los itinerarios que la organización ha dispuesto para que los espectadores no circulen por las mismas calles del recinto.

Con la música de la catalana Mayte Martín, expresión del flamenco mezclado con la poesía, la plaza Mayor presentaba un espectacular ambiente a las 23 horas antes de que irrumpieran en los escenarios del festival DePedro, BLK JKS, Toumast y Elíades Ochoa para poner su arte al servicio de la traca final de Womad. Ellos tenían la llave para cerrar la edición más feliz.