Entrada de sombra, cinco de la tarde, hora taurina por excelencia. Puntuales a su cita, Manolo Bejarano, matador de toros cacereño, llega con sus pupilos a la Era de los Mártires. Ha traído dos capotes y cuatro sueños, los de David Palomino, Juan Carlos Casas, David Matas y Alejandro Holgado, todos ellos jóvenes, todos cacereños, todos con el mismo sueño, todos sin escuela taurina.

Hubo un día en que Cáceres sí tuvo escuela, pero desapareció. Los intentos posteriores por reabrirla han sido infructuosos. No sería porque el exconcejal del PP Lázaro García no le pusiera buena voluntad, pero parece que la buena voluntad no basta y que el proyecto ha corrido de despacho en despacho y no termina de salir de los cajones. Hasta los despachos de la diputación también han llegado iniciativas para abrir una escuela en Cáceres. Y ha sido de la mano del también torero Emilio Rey y del propio Bejarano.

"La cosa está fría y no termina de salir", cuenta Bejarano. El diestro recuerda que este proyecto lo financiaría la diputación y consistiría en constituir un patronato, muy similar al que existe en Badajoz, "que está funcionando perfectamente". Bejarano insiste en que "los chavales no pueden estar abandonados cuando deciden ser toreros" y advierte de que la escuela sería de ámbito provincial y tendría "reglamento interno, buenos profesionales, contacto con sus centros docentes para que no faltaran a la escuela reglada, y sobre todo, llevarlos a tentaderos a enseñarles las distintas suertes del toro".

Y de toros sabe mucho David Palomino. A sus 17 años asegura tajante: "Quiero ser figura del toreo". A los 14 se apuntó a la escuela taurina de Badajoz. "Voy dos veces a la semana, si puedo tres. Pero el transporte cuesta dinero, el kilometraje...". Por eso apuesta por una escuela en Cáceres. "Vendría bien, se crearía más afición, más ambiente y habría más chavales que podrían ser toreros", comenta.

Ha toreado en Trujillo, en Fuente el Maestre... y ha matado novillos a puerta cerrada con la escuela. "En mi familia, afición tenía mi padre, pero ganas de querer serlo, soy el primero". Define el suyo como "un toreo de largura", y entre sus ídolos, Manzanares, Ponce, Morante y Joselito. "Se te caen las lágrimas al verlos torear", confiesa.

A Juan Carlos Casas le llaman El Rizos por su pelo. Se crió en Margallo y ahora vive en la avenida de la Bondad. Tiene 27 años y trabaja en Café de Indias. Estuvo en los primeros años de la antigua escuela taurina cacereña, luego intentó debutar, pero le pedían dinero para torear y ganando 60.000 pesetas en una frutería era complicado costearse la afición. Se fue entonces de Cáceres a intentarlo en Sevilla, pero tampoco hubo suerte. De vuelta a la ciudad, hace tres meses que ha vuelto a coger los trastes y sueña con ingresar en una escuela en Cáceres y algún día lucir el traje corto, gris con bordado negro, regalo de su madre. "En casa lo tenía de recuerdo y lo voy a sacar otra vez".

David Matas tiene 17 años y estudia 2º de Bachillerato en el San Antonio. "Soy buen estudiante", señala, "...y me gusta torear", añade. "A mi abuelo le gustaban los toros, a mi padre también, pero mi afición es bastante grande". Estuvo en la escuela de Badajoz pero finalmente se dio de baja porque no podía acudir con la asiduidad exigida. Por eso aboga por esta disciplina en Cáceres. "El toreo extremeño vive un buen momento con Ferrera, Talavante o Perera, pero esos tres toreros son de la provincia de Badajoz. Si aquí hubiese una escuela como la hubo en tiempos saldrían más toreros". Y él puede ser uno de ellos, a sabiendas de que "ponerse delante de un animal que te puede llevar al otro barrio en cualquier momento es algo muy digno de respeto, es algo que no puede hacer todo el mundo".

Toros y Derecho

Alejandro Holgado tiene 18 años y estudia Derecho en Cáceres. Desde pequeño su padre le inculcó la afición, iba con él a ver las novilladas, a los festejos de la Feria de Mayo... Ahora, con la ayuda de su tío, torea de salón. Confía en que en Cáceres se promocione una escuela. Su madre le dice que estudie, que se olvide de los toros, pero es difícil olvidarse de una afición así.

¿El más grande? "Morante de la Puebla, por su forma de andarle al toro. Desde que le vi por primera vez me emocionó, se me ponen los pelos de punta", subraya. ¿Y cómo es el estilo de Alejandro? "Yo sería un torero con gusto, con pellizco, que llegara a los tendidos", responde a golpe de capote, un capote a la espera de cumplir cuatro sueños.