Siempre he pensado que el conocimiento y las habilidades te dan independencia como persona. Está claro que no tenemos que saber de todo ni hacerlo todo, no podemos pensar en utopías autosuficientes --eso lo dejamos para Robinson Crusoe-- pero es cierto que algunos déficits crean dependencias.

Algunas de estas dependencias pueden ser positivas y otras pueden llegar a ser negativas y llevar a una asunción de roles de superioridad de unas personas sobre otras, por ejemplo en temas de dependencia económica, relaciones laborales, psicológicas y emocionales... Pero no quiero hablar sobre aspectos negativos o positivos, sino sobre un ejemplo de dependencia que me sorprende cuando lo veo, sobre todo entre personas jóvenes.

Todos conocemos personas que son económicamente dependientes unas de otras, también personas que, por ejemplo por no tener el carnet de conducir, dependen de otras para desplazarse a muchos sitios en los que el transporte público o sus piernas no le pueden llevar, pero me llama la atención personas "tecnológicamente dependientes". No me refiero a que estén enganchadas al móvil o a internet o a las consolas o ese tipo de cosas, sino al contrario, que no tienen ni idea de cómo se utilizan ni la menor intención de saberlo delegando en los demás, en su entorno, que realicen dichas tareas por ellos en los casos que necesitan recurrir a ellas.

Con esta definición todos pensamos en personas mayores, nuestros abuelos o padres de una edad avanzada que no han necesitado ni usado de estas nuevas tecnologías nunca, pero también los hay más jóvenes, que han crecido entre ella pero que nunca han sabido ni querido utilizarla convirtiéndose en dependientes tecnológicos para, por ejemplo, pedir el borrador de la declaración de la renta, comprar un billete de avión por internet, darse de alta en un portal de empleo, utilizar un móvil o un ordenador...