Estos últimos días antes de mi debut en el maratón de Sevilla, ando buscando un poco más de tranquilidad y la lectura me ayuda. Hace una semana me decidí, siguiendo la curiosidad de mis últimas lecturas de Eduard Punset, por ´En busca de Spinoza´ de Antonio Damasio, experto en neurociencia.

En su libro, aparte de hacer una semblanza del filósofo holandés, cuya familia es de origen sefardí, nos introduce en los últimos avances en el estudio del cerebro y a nuevos modelos que plantean explicar cómo se desarrollan las emociones en nuestro cerebro y su relación con los sentimientos.

Damasio viene a decirnos que los sentimientos pertenecen a un estadio de la evolución del cerebro posterior a las emociones, siendo aquellos más complejos. Los sentimientos en sí, como la tristeza o la alegría, son imágenes cartografiadas de nuestro estado corporal interno, mapas de sensaciones propioceptivas, desde la presión sanguínea o el tono muscular en determinadas partes de nuestro cuerpo, que son testeadas y analizadas en el cerebro. Los mapas cerebrales de nuestro estado interno están asociadas con lo que denominamos emociones, pero esas emociones están enlazadas en nuestro cerebro con imágenes, voces, recuerdos, etc.

Las emociones, que generan cambios en el organismo, son las que disparan en muchos casos los sentimientos gracias a la interpretación que hace el cerebro de esos "mapas de estado corporal". Por ejemplo un día, sin saber porqué, nos sentimos tristes o alegres. Es por esto que el deporte, la actividad física, puede tener una influencia tan grande en la salud y, también, en la percepción de la salud y en el ánimo, provocando estados en el medio interno del organismo y en el cerebro que nos pueden ayudar a ser- un poco más felices.