El tema del empleo está de moda, aunque sea con noticias no muy buenas, pero eso me lleva a pensar en la situación profesional de mi ámbito, el de la actividad física y el deporte. La falta de regulación es un lastre para los profesionales que no ven reconocida su labor y además permite una fácil entrada trabajadores de otros ámbitos sin una titulación que respalde la adquisición y dominio de las competencias.

Pero es peor para los usuarios de los servicios de actividad física que pueden ver cómo sufren deficiencias en dicho servicio y no pueden reclamar ante nadie ya que quien se lo proporciona puede no disponer de una titulación que respalde cómo debe ser.

Esto ya no sucede en Cataluña desde que entró en vigor la Ley de la Comunidad Autónoma de Cataluña 3/2008, de 23 de abril, del ejercicio de las profesiones del deporte. La regulación está en trámites aún en los despachos del Consejo Superior de Deportes donde expertos y profesionales de la actividad física y ámbitos afines aún no acaban de dar con la nota adecuada para mandar dicho proyecto legislativo al parlamento.

En Cataluña se han adelantado con una ley con sus claros y sus sombras pero cuya principal virtud reside en dejar fuera de la práctica profesional a todos aquellos que, sin titulación que respalde sus competencias, se dedicaban a ejercer. Pero no pensemos en esta ley como un sarpullido de la temida ´titulitis´, no señor, eso hace tiempo que se dejó atrás. Pero lo que no es de recibo es que cualquiera, es decir, cualquiera, pueda ofrecer un servicio en el ámbito de la actividad física y el deporte. Con una titulación deportiva se respalda que esa persona ha recibido una formación que le ha dado una serie de competencias. Luego habrá profesionales buenos y malos, como en todas las profesiones.