En tan solo dos días de la pasada semana (domingo y lunes), se ha podido comprobar con claridad las dos caras del deporte. Mientras el lunes se reconocía a los mejores en el panorama deportivo nacional, codeándose el deporte discapacitado extremeño, (Juegos del Deporte Especial) con los Nadal, Agüero, selección de fútbol, Ricky Rubio, Angel Nieto y otros, un día antes, se repetía una segunda asamblea general en ´desconocida´ entidad deportiva madrileña, a causa de una primera invalidada por fraudulenta.

Y es que el deporte, si bien es portador de excelentes valores socialmente enriquecedores, equilibradores e integradores, también está lleno de amenazas (violencia, racismo, dopaje, etc) que producen justamente los efectos contrarios. Un servidor puede contar entre sus experiencias el haber sido invitado a eventos de relumbrón, a palcos de los mejores santuarios deportivos y a codearse con las altas esferas.

Pero también puede presumir, y con mayor orgullo, el haber colaborado en actividades deportivas de la asociación de discapacitados de su localidad.Y es justo decir, que si en estas últimas experiencias el aire respirado es limpio, lleno de sencillez, sentido común y satisfacción por los avances, el tufillo que otras más opulentas a veces desprenden no siempre es agradable.

Tufillo a tan grandes y dañinos fraudes, (primas terceros, apuestas ilegales, compra de partidos, de votos, entre otros), que se hace necesario tipificarlos como delitos, algo que ya en el pasado febrero se propuso desde los máximos organismos deportivos, solicitando su inclusión en la incipiente reforma del Código Penal, y como muy buena acogida por parte de la cartera ministerial correspondiente. Propuesta que por otra parte nos equipararía a otros tantos países europeos, la vecina Portugal, entre ellos.

Medidas coherentes que garantizaran en mayor o menor medida la honradez, la veracidad, y la transparencia en los sistemas competitivos de las distintas disciplinas deportivas, y que siempre deberían ser bien acogidas.

Sin embargo, siempre será más recomendable reflejarse en iniciativas como los Jedes, ejemplo saludable de la práctica deportiva al servicio de la sociedad, no por ello sin dejar de ser implacable, y en un juego de palabras, con quien practica el ´servirse´ y además ilícitamente de la misma, amén de que para quien se acerque hasta éste, no le sea suficiente con sus numerosos avales, sus buenas capacidades para dirigir entramados empresariales o su facilidad para endeudar a los demás con escaso rigor presupuestario, pues quien firma, junto con el resto del gremio, para poder hacerlo, deben acreditar previamente sus antecedentes con la justicia.

Quizás y después de 25 años, que ahora cumple el deporte discapacitado en Extremadura, con premio nacional entregado por el deportista monarca incluído, haya en el ´capacitado´ quien no tenga capacidad de aprender, y otros la tengan en demasía. Cara y cruz del deporte .Como la vida misma.