Normalmente, como deportista, muchas veces te suelen preguntar cuál ha sido tu mayor éxito. Como en la vida, es difícil de contestar. Depende de quien sea el interlocutor y la intención de la pregunta.

Nos podemos referir al mayor éxito deportivo desde un punto de vista del título, desde un punto de vista del nivel deportivo de la competición o desde un punto de vista más emocional o emotivo.

Por ahora finalista en los 5.000 metros, pero hasta el año 2006, mi mejor prestación era mi victoria en el Campeonato Iberoamericano de 3.000 metros lisos en Guatemala en 2002.

Sin embargo, sin hacer de menos a esta competición, es lo que llamamos campeonatos internacionales de segundo nivel, en el primero están los mundiales, europeos y Olimpiadas, y dentro de los de este segundo nivel suele haber un nivel objetivo más alto, por lo menos en mis pruebas, en una Universiada o, incluso, en unos Juegos del Mediterráneo, con países más potentes en las pruebas de medio fondo y fondo.

Para mí, por el nivel deportivo, mi mayor éxito había sido, con 22 años aún, en 2001, haber asistido al mundial de cross corto en Ostende, aunque allí mi puesto fuera el 86.

Si ya nos metemos en criterios más emotivos, una victoria en una prueba con un significado especial, o ante rivales determinados o en condiciones adversas, después de una lesión por ejemplo, puede ser la que más ilusión nos haya hecho.

Eso es lo que le ha pasado a un par de compañeros este año, Juan Carlos de la Ossa y Chema Martínez. Tete ganó su quinto título seguido de campo a través en su pueblo, Tarancón, y Chema acaba de llevarse el maratón de Madrid. Seguro que ambos éxitos han sido especiales. Enhorabuena a los dos.