Hoy sábado, en torno a las 16.00 horas se instala ‘La Aguja’. Nervios y tensión acompañan la excavación de dos agujeros, mantenidos en el mismo lugar y cubiertos por cemento para evitar accidentes el resto del año, donde se colocará ‘la aguja’. Una escalera de madera que señala el lugar donde se sitúa al ‘Peropalo’, para exhibición pública y ajusticiamiento, empalado, decapitado y, finalmente, quemado por traidor. Las coplas indican claramente su condición ‘non grata’ por ser judío: ‘No hay calle ni callejita por chiquitita que sea, que no tenga cuatro o cinco de los de mala ralea’.

A las 00.00 horas, los peropaleros se reunirán durante aproximadamente tres horas, en un lugar secreto, para confeccionar el ‘Peropalo’. Al son de un tambor ensordecido por un pañuelo metido en las ‘retumbaeras’ para evitar ser descubiertos, recitan versos que pocos conocen, para ayudar a la concentración y óptima ejecución de los pasos a seguir para su labor.

Traje de paño negro, reforzado para encañar bien la paja, faja y guante bien cosido en la mano, forman el armazón que deberá de aguantar los empujones del pueblo. Al que ensartan el palo copado por ‘la Turra’ y que servirá para transportarlo hasta ‘la aguja’. En la cabeza, sombrero de fieltro del mismo color y un cigarrillo auténtico, en la comisura de los labios.

Partochos privilegiados y alguna partocha, participan en este ritual y colocarán al malhechor, de madrugada, en su lugar.