LO PRIMERO, EL ALUMNO

Los profesores de Religión como tutores

Francisco Pecero Barroso // Profesor de Religión del IES de Llerena

Leo atónito el artículo ‘La tutoría religiosa’ de Raúl Fernández. Afirma que, con la «ocurrencia» de la consejería de que los docentes de Religión puedan ser tutores se ningunea la función tutorial.

Don Raúl sabe el trabajo que conlleva ser tutor y atilda su escrito con que los ‘religiosos primarán sus creencias más que la profesionalidad en su trabajo. El tutor no es el titán que lo soluciona todo: asume cada hecho en primera persona, se apoya en el Departamento de Orientación, Jefatura de Estudios, y en la dirección de los centros; en los Servicios de Inspección y Direcciones Provinciales. Todos lo hacen superponiendo el bien del alumno al bien personal. El docente de Religión no es ni más ni menos que ningún otro docente. Y por muchas y muy hondas que sean sus convicciones ha de respetar la ley, los protocolos y las instrucciones que las Administraciones determinan.

COSTE DE DEFENSA

Defender España

Javier Sanz Ridruejo // Madrid

Está aún reciente, entre otros, como los grandes ingresos de la cúpula de la institución, el escándalo de los tanques que sólo podrían defendernos contra Portugal. Ahora, los nuevos submarinos que se hundían para siempre, al tener que reformarlos para que flotaran, no caben ya en sus diques. Estos sorpresivos «detallitos» han hecho subir su coste al doble, 4.000 millones. Mientras, no hay dinero para la sanidad, ni la educación, ni las pensiones. Pues bien, este ha sido el momento en que el jefe del Ejército ha tenido el valor de trasladárnosla, afirmando que «tendrían que darnos vergüenza de gastar tan poco en armamento».

OPOSICIONES

¿Proceso justo?

Víctor Gago // Valladolid

Siempre se ha dicho que preparar oposiciones es algo muy duro. Pero, ¿esto implica que el proceso de selección sea justo? ¿Se elige realmente a las personas más cualificadas? ¿O se elige a las que tienen el favor de su tribunal? Antes de presentarme a mis primeras oposiciones pensaba que eran algo difíciles de preparar, pero también creía que con esfuerzo se podrían superar o, al menos, tener una calificación decente. Sin embargo, una vez realizada la prueba, tras haberme cultivado en una academia especializada y haber contado con la ayuda de una profesora de la universidad, comprendí que las evaluaciones que se me dieron no son justas ni se adecuaban a los exámenes realizados. No quiero presumir de los resultados obtenidos como docente con mis alumnos, pero creo que son pertinentes en estas circunstancias. La mayoría de ellos acude a mí con asignaturas suspendidas que no soportan y, cuando concluimos las clases, sus notas se han convertido en notables y aprecian -o respetan- la materia que antes no podían ni ver. Creo que el proceso de selección quizá no es el adecuado. ¿Se valora realmente que aprueben los que tengan mayor conocimiento y sepan exponerlo de la mejor forma a sus alumnos?