AL BUEN TRABAJO

Agradecimiento al hospital de Cáceres

Familia Caso Pavón/Plaza // Cáceres

Hace unos días falleció un familiar después de una grave enfermedad.

Queremos agradecer a todo el personal de la 4ª planta del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, así como a los equipos médicos de Hematología, Oncología, Neumología, Cardiología, Digestivo y al servicio al completo de la Unidad de Cuidados Intensivos por el trato a nuestro familiar y la sensibilidad hacia nosotros.

Seguid trabajando así de bien para facilitar la tristeza que ocasiona esos momentos.

Sinceramente, muchas gracias.

EL CASO DE ESPAÑA

Mujeres y poder político

M. Llopis Piferrer // Barcelona

Se queja una periodista, --y no sólo ella-- de que ninguna mujer haya llegado aún a presidir un partido con posibilidades de gobernar España.

Señala que Soraya Sáenz Santamaría apelaba a ser mujer como mérito; pero en realidad no fue sino la perfecta yes-woman, secretaria sumisa de Mariano Rajoy, que la eligió precisamente por ser más débil aún que él, con lo que, obligándola a compartir su poder con Dolores de Cospedal, pudo gobernar mejor él... y después otro hombre, Pablo Casado.

Recuerda también Belén Remacha la pérdida de las primarias que perdió la socialista Carme Chacón, cuando su «mérito» para destacar fue estar embarazada el día que el irrelevante José Luis Rodríguez Zapatero buscaba para el Ministerio de Defensa una mujer, que le montara un titular que disimulara su incapacidad.

Lo pagamos muy caro, abandonando ella después Cataluña, el Parlamento y --física y moralmente-- España cuando más necesitábamos que trabajara en su puesto.

Cita, por último, en su análisis, a Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, cuando en realidad toda su carrera política fue dirigida, para desgracia de Andalucía, por un ya tan maleado expresidente del Gobierno Felipe González.

Y cuando ella quiso a su vez tutelar a Pedro Sánchez, éste no se dejó. No sólo son culpables, pues, los «remachos»; también las mujeres, para conseguir todas de verdad la igualdad y no sólo algunas por interesados privilegios paternalistas, tendrían que renunciar a quejarse siempre --como los catalanes, a quienes Pla nos califica con razón de «quejicas»-- de ser meras víctimas de los hombres y reconocer su responsabilidad en los abusos que se cometen con su complicidad, en política como en los demás campos.