Escribo esto en respuesta a los numerosos comentarios despectivos que circulan por la red sobre las personas que asistieron a la manifestación del 8 de octubre. Nosotros estábamos allí, para protestar por la situación extrema a la que nos ha llevado el Govern catalán, a través de un proceso ilegal e ilegítimo, prometiendo que no pasaría lo que ya está pasando, y para defender, porqué no, que Cataluña siga formando parte de una España plural, por el bien social y económico de ambos. Como testimonio en primera persona, puedo decir que a esa manifestación acudieron cientos de miles de catalanes que abarrotaron las calles. Sin organización, sin consignas, sin ser dirigidos, por propia voluntad. Catalanes que finalmente dejaron en casa el miedo a ser señalados. Además de algunas decenas de miles de personas de otras partes del territorio español que vinieron a dar su apoyo. Personas normales, de derechas y de izquierdas, como las que acuden a las manifestaciones independentistas. Pudo haber algún mensaje inapropiado, había gente plural como nuestra querida Barcelona, catalana, española y europea, lo que la hace tan atractiva al mundo. A todos los que vinieron les damos las gracias. Gente pacífica que está viendo como sus derechos son arrollados por un Govern que está poniendo en riesgo la convivencia y la economía de esta Cataluña de la que se han apropiado como si solo les perteneciera a ellos y a la que todos amamos. A nadie de los que estábamos allí nos gustó lo que sucedió el 1-O, que consideramos un grave error político. La Cataluña silenciosa existe y pide diálogo, pero dentro de la legalidad. Porque la ley es el garante de la democracia.