Hace tiempo que David Safier es mi escritor preferido. Me hace disfrutar de la lectura, siempre con una sonrisa mientras lo leo. Maldito karma, Muuu, Una familia feliz, Jesús me quiere..., y otras novelas más me atraparon y así me enamoré de él como escritor. Su humor encaja a la perfección con el mío.

Pero sabía que había escrito un libro serio y yo quería saber si este escritor alemán era capaz de contagiar también emociones sin utilizar el humor y la ironía. El libro en cuestión es 28 días. Decidí que lo leería durante las vacaciones. Si Safier era mi escritor preferido, ahora este libro pasa a ser el preferido de todos los que he leído.

No había leído todavía nada sobre los judíos y el nazismo. Me había emocionado con las películas La lista de Schindler o El niño del pijama de rayas, pero leer las historias de Mira, la protagonista de 28 días, me ha marcado de por vida.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y quizá es verdad, pero leer una página y tener que volverla a empezar porque se te han llenado los ojos de lágrimas, cerrar el libro y pensar en lo que acabas de leer para volver a retomar la lectura no te lo permite una película.

Al final del libro, Safier explica que el personaje es ficticio, pero que las situaciones narradas pasan en el gueto de Varsovia durante la ocupación nazi y son reales.

Un libro duro como ninguno de los que he leído en mis 51 años, que me hace pensar en la maldad de muchas personas. En cómo de inhumanos podemos llegar a ser. Cómo de locos. Cómo de fanáticos. Y, a la vez, me ha hecho ver cómo son de buenas muchas personas, altruistas, luchadoras, solidarias, fuertes, humildes.

La conclusión a la que llego es que, todo y la barbaridad nazi, todavía hacemos diferencias. Todavía nos creemos mejores que otros porque hemos nacido en un lugar concreto del planeta.