Y se paró. Y se paró tu corazón como se paró el mío aquel maldito 9 de enero. Y mi vida se fue contigo. Extraño tus besos, tus palabras… Cómo deseo volver a escuchar «mamá, te quiero», «mamá, ponte guapa».

Pero no, ya no estás aquí y por más besos que le di a tu cabecita no volverás y me muero solo de pensarlo. Sólo me queda agradecer a todas esas personas que se preocuparon por ti estos meses.

En primer lugar agradecer al Colegio Diocesano, tanto a profesores, al director, a los alumnos y compañeros de 4º B, lo mucho que él os quería. También a todos los padres del colegio y a los padres de sus compañeros.

A Castillo por enseñarle tantas cosas. A Ruth... se fue nuestro huracán. A Alejandro... ¡Cuántas lágrimas he compartido contigo durante estos meses! Gracias por querer tanto a Javier.

A la dirección de la clínica San Francisco, a mis compañeros, en especial a mis compañeras de recepción por ayudarme tanto a superar este inmenso dolor, al doctor Millanes y al resto de doctores. A la empresa de Javi y a todos sus compañeros.

Al pueblo de Santa Marta de Magasca, a nuestros amigos y familiares por estar en todo momento pendientes de nuestro hijo, en especial a Isabel: gracias por agarrar su mano en sus últimos momentos. A la séptima planta de Neurocirugía del hospital Infanta Cristina, al personal de la UCI, al doctor Cabezudo y a todo su equipo, a la doctora Zuheya.

A todo el personal de Radioterapia del hospital Infanta Cristina y a Marian, anestesista.

A Eloy Pimienta: recuerdas qué tranquilidad me daba saber que tú le acompañabas.

A la quinta planta de Oncología Pediátrica del hospital Materno Infantil de Badajoz, a todos los auxiliares y enfermeras, a la doctora Moreno por su comprensión, a María Jesús por escucharme, a los padres y niños ingresados en dicha planta, a los que deseo mucha fuerza, y a Carmen Monterde, ¡Ay su Carmen! Qué hubiera sido de mi vida y de la de Javi sin tus mensajes de ánimo y tus palabras de consuelo.