En Navidad y Reyes Magos se hacen regalos motivados por la exigencia de los niños, por el efecto de la publicidad y para compensar por el poco tiempo que los padres pasan pasa en los últimos años con sus hijos.

Está demostrado que la abundancia de regalos perjudica la maduración personal, convirtiéndolos en seres inmaduros y a la larga, insatisfechos.

Las familias españolas deberían poner límite al número de regalos que hacen a sus hijos en estos días, haciendo prevalecer lo que es más prioritario y necesario y no dándoles todos los caprichos.