En su enésimo viaje a Latinoamérica, llama a muchos la atención que el papa Francisco todavía no haya ido a la Argentina. Quizá para prepararse va ahora al vecino Chile, donde le espera también un verano caliente. Y no sólo por ser el hemisferio austral. Recordemos que fue Francisco el que canonizó al papa Woytila, uno de cuyos mayores fallos conocidos fue la bendición que dio al régimen de Pinochet. Ahora sus partidarios dicen que Pinochet engañó a Juan Pablo II. Vamos que se trata de un santo inocente.

Peor aún es la indignación y rechazo que provoca la negligencia con la que el mismo Francisco sigue tratando la rampante pederastia clerical. En Chile hay más que negligencia pasiva: el papa ha tenido el valor de llamar «tontos» a los habitantes de Osorno por rechazar a su obispo Barroso (sí, se llama así), investigado en ese tema por la Justicia que encima tienen que pagar la visita de quien les insulta.