Que injusta es la vida o, diría mejor, que injusto somos los humanos. Rebuscando papeles me encontré un documento que decía así: "Afiliada a Alianza Popular a 15 de septiembre de 1982. Número de afiliación 2.097, Cáceres " y me puse a recordar aquello de hace casi 23 años cuando un número tan reducido de afiliados nos encontrábamos en Navalmoral. Solo la ilusión nos hacía trabajar, nuestras esperanzas eran muchas pero el fruto era escaso y el apoyo de la gente mínimo. éramos muy pocos los que libremente representábamos al partido, aquellos eran tiempos difíciles para Alianza Popular que más tarde cambió sus siglas. Hoy es coser y cantar, todo está hecho, es seguir adelante. Hoy se presume de pertenecer a este partido pero antaño éramos muy valientes los que aireábamos nuestra pertenencia a estas siglas. Los tiempos han cambiado y nuestro mérito de ayer ha pasado al olvido. Pero querido amigo Luis Duque, con una serenidad grande y con el recuerdo limpio y sincero podemos tener nuestra conciencia tranquila del buen trabajo realizado y mañana, cuando el tiempo haya pasado, estoy segura de que muchos recordarán nuestros tiempos difíciles. Me acuerdo de aquella visita que Manuel Fraga realizó a nuestro pueblo, de la que tú, querido Luis, te preocupaste de que saliera todo bien o cuando nos visitó Jorge Vestringe. En fin, empezamos un camino del que debemos estar contentos, los que llegaron después nunca podrán negar la evidencia de que nuestro cimientos fueron firmes y seguros, trabajábamos en unos ideales en los que creíamos y hemos visto con inmensa alegría que ese trabajo mereció la pena. Aquellas angustiosas tardes de elecciones cambiaron por las tardes de alegría y de júbilo y seguiremos luchando para que Navalmoral salga de esa oscuridad en la que está metida.

Las peñas, comparsas y carrozas han empezado hace tiempo sus trabajos. Eso está muy bien; es nuestro Carnaval, aquel tiempo en el que poníamos los baúles de nuestras abuelas patas arriba quedó lejos; pero, verdaderamente, aquello de buscar los jurramachos, el traje de bodas de los abuelos o aquel traje de militar que se encontraba en el fondo del baúl fue como empezaron nuestras fiestas. El traje de morala con sus bonitos refajos y el traje de paleto con las alforjas al hombro, la garrota, el mechero y la boina. Debiéramos de seguir adelante con aquel premio al mejor traje moralo; teníamos tantas cosas en mente para hacer que todos los días, las diez personas que estábamos en la comisión de Festejos, estudiábamos la forma de embellecer más lo que ya tenemos. Se nos ocurrió reunirnos con varios colegios y que la mañana del viernes los niños tuvieran su desfile carnavalero terminando todos juntos en el parque de D. Casto Lozano. Éstas y muchas cosas más quedaron ahí pero nunca es tarde si la dicha es buena y a lo mejor mañana se hace esa escuela que tanta ilusión te hacía, Angelines, para que los niños aprendan a hacer sus disfraces o enseñarlos para tener buenos grupos de zambomberos, pero claro está, todo esto hay que mamarlo y quien no lo ha mamado de pequeño nunca sentirá en sus venas el "hormiguillo " de lo que nuestros mayores nos enseñaron de sus raíces más profundas.