Sucedió en la mañana del martes. Los comercios y negocios de la calle Antonio Concha ya se hallaban en plena actividad cuando frente a uno de ellos y junto a los hitos que separan la calzada y el acerado, apareció un misterioso maletín.Era un moderno modelo, de plástico rígido, de la marca Sansonite cuyo precio en el mercado es de 74 euros, de color negro, estrecho y permanecía apoyado en el suelo sobre su delgada base.Los transeúntes pasaban y lo esquivaban con precaución, incluso los automóviles que se disponían a estacionar salían expeditos cuando descubrían la presencia del misterioso maletín abandonado en plena calle.En unos minutos desde la cera de enfrente se llegaron a congregar unas quince personas mientras otros, preferían no permanecer quietos en el lugar y proseguían su camino. Algunos testigos presenciales aseguran que desde el primer momento todo parecía indicar que un viajante la había dejado olvidada pero que la posibilidad de que guardará un explosivo en su interior era una teoría que no se descartaba. Una joven explica "lo de la bomba lo decía todo el mundo ".Así entre la incertidumbre y las distintas hipótesis que iban lanzando unos y otros, una mujer entró en el establecimiento de bolsos que se encontraba frente al objeto pidiendo a una de las empleadas que llamara a la policía. Transcurrieron alrededor de unos veinte minutos cuando por fina llegó una pareja de agentes de la Guardia Civil. MANTENIENDO LAS DISTANCIAS La gente seguía congregándose entorno al maletín, pero manteniendo cautelosamente las distancias. Algunos de los concentrados incitaban a otros a recogerlo. Era evidente y casi seguro que alguien lo había dejado olvidado, pero nadie se atrevía a tocarlo.¿Se imaginan que hubiera pasado en otro tiempo, no muy lejano?, ¿cuánto tiempo hubiera tardado en desaparecer semejante objeto en plena vía pública?. Prontamente hubiera sido retirado por el primer avispado en divisarla, pero las circunstancias que vive la sociedad actual hace de cualquiera de estas situaciones una señal de alarma colectiva y de sobresalto. FELIZ DESENLACE Llegó un vehículo de la Guardia Civil con dos agentes, que prestos se acercaron al lugar, junto al objeto protagonista de la fría mañana.Desde los balcones, desde la puerta de los comercios, la gente se asomaba curiosa, preguntándose que ocultaría el misterioso maletín. Cuentan que una mujer afirmó: "Lo mismo esta llena de billetes de euros ".Los agentes lo observaron detenidamente, en todos sus ángulos, y tras un minucioso examen, con impavidez, uno de ellos, sin asirlo, abrió sus anclajes muy despacio, y las dos cubiertas se fueron separando lentamente hasta que se fueron visualizando diversas carpetas y portafolios.Se desvelaba que era la maleta de un representante de comercio que despistado la había dejado olvidada posiblemente a los pies de su coche. Y mientras se desvanecía el misterio del maletín, a escasos metros se producía otro anecdótico suceso. EL QUIOSCO DE LA ONCE La regidora del quiosco de la ONCE, que había salido de su establecimiento para seguir las evoluciones del maletín, que había ocupado la atención de toda la zona comercial, se encontró con otro contratiempo.Al salir dejó la puerta abierta y un niño de unos tres o cuatro años, cuya madre también seguía el episodio del maletín, se introdujo dentro del quiosco, cerrando la puerta y acomodándose en su nueva habitación de juegos.Ahora la atención de los viandantes se desvió hacia el quiosco, alrededor del cual comenzaron a congregarse; mientras el niño, asustado de ver a tantas personas asomadas a las ventanas del quiosco que trataban de indicarle como abrir la puerta, comenzó a ponerse nervioso. Desde el exterior la madre y otras mujeres le gritaban para que abriese la puerta, pero el niño no manifestaba intención de hacerlo.En cambio sí se dispuso a los allí presentes, ofreciéndoles a través de la pequeña trampilla de expender los cupones, el dinero que la vendedora guardaba en un cajón.Tras infructuosos intentos, la vendedora alejó a las mujeres e intentó, armada de paciencia, convencer al niño con expresiones afectuosas, ofreciéndole golosinas y otras chucherías. FINAL DE LA HISTORIA Después de la curiosa negociación el niño decidió abrir la puerta. Así termino la mañana del martes: una maleta, un posible artefacto oculto que estaba aunque fuera vagamente en la mente de todos y un niño de cuatro años jugando a atender un quiosco de cupones de la ONCE.No sabemos el curso que habrá seguido la maleta tras su rescate por la Guardia Civil, si éstos, habrán localizado a su propietario y si éste conocerá el sobresalto vecinal que su despiste ha provocado a todo un barrio.Destacar la actitud de la Guardia Civil ante algo que aparentemente era un asunto cómico, pero que recordando precedentes como los ocurridos en Madrid con mochilas abandonadas en vagones de tren, hacen de una mera anécdota una circunstancia grave. EN BOCA DE TODOS Durante estos días el incidente ha sido el comentario de todos los vecinos, en bares, tiendas y otros establecimientos, y es que a pesar de que todo fue una pequeña anécdota en la vida diaria de un pueblo, era el reflejo de los temores y amenazas que conviven en nuestra sociedad actual.Un suceso que bien podría ser el guión de un sainete, una tira cómica o lo que fue, una historia real donde como se suele decir en estos casos "la realidad supera la ficción ", aunque con un final afortunadamente feliz.