Woody Allen cumple hoy 75 años y se acerca a la edad de otros cineastas tan veteranos y tan activos como él: Clint Eastwood, que tiene lista película y prepara la siguiente, tiene 80, y Jean-Luc Godard, que estrena este mes entre nosotros su última cinta, Film socialisme , cumple el 3 de diciembre los 81. Hay más cineastas en su franja, por supuesto, pero por distintas razones estos tres pueden considerarse los más influyentes de los directores que llevan trabajando desde hace cuatro o cinco décadas.

Pese a la rapidez con la que el director de Mystic river rueda sus filmes, pese a la capacidad para renovarse a sí mismo de Godard, Allen es sin duda de los más resolutivos. Su media es de película anual --ahora tiene a punto Midnight in Paris--, algo que está al alcance de pocos directores, al menos en el panorama actual, donde encontrar financiación resulta una tarea de titanes.

No ha sido siempre así. En sus inicios como director --debutó en 1969 con Toma el dinero y corre , aunque cuatro años antes ya había escrito e interpretado ¿Que hay de nuevo, Pussycat? , el humorista, actor, escritor y realizador logró tener a un equipo estable de productores, Jack Rollins y Charles H. Joffe, que le permitieron trabajar con considerable libertad mientras perfilaba cada vez más el estilo por el que sería reconocido.

Películas como Toma el dinero y corre , Bananas y El seductor le dieron a conocer para el gran público a través de una nueva manera de encarar la comedia, siempre a partir de un humor de raíz judía que le debía mucho a los hermanos Marx, pero no fue hasta Annie Hall y Manhattan que su forma de entender el cine (historias de afectos y desafectos, la sombra omnipresente de la muerte, la creación de personajes inseguros e hipocondríacos, la ciudad como protagonista de excepción) cristalizó definitivamente.

Mecenazgo

Siempre bajo el sólido mecenazgo financiero de Rollins y Joffe, Allen empezó a realizar experimentos narrativos y visuales y a soltarse como director, dejando incluso en un segundo lugar sus características bien reconocibles como comediante, esas que le han llevado a conseguir el favor del público pero también cierto rechazo, como ha ocurrido con otros cómicos estadounidenses tipo Jerry Lewis y Jim Carrey: sigue habiendo gente que prefiere los filmes de Allen en los que no sale él.

Influido por Ingmar Bergman y Federico Fellini, a quienes ha dedicado homenajes a lo largo de su obra, introdujo la fantasía en sus comedias, a jugar notablemente con el tiempo y el espacio y a buscar estilos diversos según los temas relatados, de los juegos expresionistas de Sombras y niebla al cinéma vérité de Maridos y mujeres . Puede que su estilo se haya agotado. Además rompió con sus productores y le cuesta cada vez más obtener el dinero para levantar sus proyectos. Algunas películas de la última década no están a la altura de sus mejores logros, pero pese a ello, y a esa obsesión en rodar un filme cada año sin contar siempre con los mejores mimbres, títulos como Match point o Si la cosa funciona presentan a un Allen igual de vitriólico aunque algo más desencantado.