Su extensa filmografía incluye documentales televisivos de contenido social y político, por un lado, y ficciones que se ajustan a fórmulas dramáticas de Hollywood -como El guardaespaldas y Vulcano-, por otro. Su nueva película, Negación, estrenada esta semana, se sitúa a medio camino. En ella, Mick Jackson recrea la batalla legal que la académica Deborah Lipstadt (Rachel Weisz) libró hace 20 años contra David Irving (Timothy Spall), un historiador que defendía que el Holocausto nunca sucedió.

-¿Qué le pasó por la cabeza cuando conoció por primera vez el caso de Deborah Lipstadt y David Irving?

-Me acordé de lo que Adolf Hitler describió en las páginas de Mein Kampf (Mi lucha) hace casi un siglo: la idea de una mentira tan grande y tan colosal que la gente se la traga, porque, ¿quién iba a inventarse algo así? Eso es en esencia lo que Irving hizo. Como consecuencia, Lipstadt tuvo que probar en los tribunales que el Holocausto sí sucedió; y eso no solo fue bastante difícil considerando que los nazis trataron de eliminar todas las evidencias que pudieron, sino también moralmente aberrante.

-¿Cree que lo que sucede actualmente con internet y las redes sociales de algún modo carga de razón las palabras de Joseph Goebbels?

-Sin duda. Cualquier hijo de vecino puede escribir barbaridades en Twitter y luego decir «esta es mi opinión», como si todas las opiniones fueran iguales. Alguien dice: «Las vacunas causan autismo», consigue 500 followers y esa falacia cobra validez. Así funciona lo que hoy llamamos hechos alternativos, y da miedo.

-Hablar de hechos alternativos, cómo no, es hablar de Donald Trump.

-Trump es un manipulador de masas muy astuto. Se presenta como un hombre del pueblo y un patriota que dice lo que nadie más se atreve a decir. También es un xenófobo, y un misógino, y un falsificador de la historia. Es decir, justo como Irving. Y la película demuestra que lo que hay que hacer con gente como Trump o Irving es llevarlos a los tribunales, donde no pueden contar chistes ni engatusar a su público.

-¿Conoció personalmente a Irving durante la preparación del filme?

-No, no. Lo que sí pasó es que él, en cuanto se enteró de que estábamos haciendo la película, empezó a escribir cosas terribles sobre nosotros en su página web. «No puedo creer que una actriz tan hermosa interprete a una neandertal como Deborah Lipstadt», escribió. Cosas así. Lo último que sé de él es que organiza visitas a los campos de concentración para turistas de su misma ideología.

-Varias escenas de la película fueron rodadas en Auschwitz. ¿Qué significó para usted visitar aquel lugar?

-Ya lo había visitado en los 70 para rodar un documental. Estuve en un estanque situado detrás de los crematorios, en el que los nazis arrojaban las cenizas, y cogí un puñado. Toqué el Holocausto. El impacto me ha acompañado durante 40 años.