Los sonoros abucheos se impusieron a los escasos aplausos que suscitó el primer pase de María Antonieta . Sofia Coppola, directora descubierta hace siete años en Cannes con Las vírgenes suicidas , retrata, a ritmo de rock, con cierta ironía y gran preciosismo estético, la opulencia, la frivolidad y la decadencia de la monarquía francesa. Y justo eso, excesos y poca profundidad, es lo que más se critica de su tercera película.

Sofia Coppola se enteró en plena rueda de prensa del rechazo con que gran parte del público acogió su retrato de una adolescente que llega al palacio de Versalles para contraer matrimonio con el hijo del rey de Francia, que en 1774 se coronó como Luis XVI. Sin perder la compostura y ante la atenta mirada de su padre, la realizadora declaró que prefiere las reacciones tajantes de amor y odio. "Es mejor que guste mucho o nada. Prefiero mil veces eso a una respuesta indiferente".

El motivo que le empujó a emprender este rodaje que ha costado 40 millones de dólares es la propia María Antonieta, una mujer, según su parecer, interesante y multifacética que de repente se encuentra con sólo 14 años inmersa en un universo tan frívolo como ridículo.

"Era diferente a lo que pensaba la gente de su época. No fue consciente de lo que ocurría. Para mí ya no representa el símbolo de la decadencia", insistió la directora de tres películas protagonizadas por muchachas jóvenes que buscan su camino. "Este es el último capítulo", afirmó la ganadora del Oscar al mejor guión por Lost in translation . Con María Antonieta, dijo, no ha querido hacer una película política, ni buscar paralelismos con la actualidad.