El Festival de Cannes ha pagado este año su peaje obligado a Hollywood con la presentación de Troya , una superproducción inspirada libremente en la obra de Homero. Nada que ver con las dos películas hasta ahora proyectadas en la sección competitiva. Es cine, o mejor, espectáculo audiovisual para consumidores de palomitas y amantes del colosalismo por la vía de los efectos especiales virtuales.

La expectación ayer en Cannes la protagonizó Brad Pitt, una de las grandes estrellas de Hollywood que interpreta al invencible guerrero Aquiles. El director de Troya es el alemán Wolfgang Petersen, quien dijo que "la película está inspirada en La Iliada ; no es una adaptación del texto de Homero".

El comienzo de la sección competitiva rayó a gran altura. Nobody knows , del japonés Kore-Eda Hirozaku, está inspirada en un hecho real: la supervivencia de cuatro niños abandonados por su padres en el Tokyo actual, con edades que van de los 5 a los 12 años. El mayor de ellos debe convertirse a la fuerza en el padre de familia y renuncia acudir a la policía o a los servicios sociales porque teme que los separarían. El filme crece de un modo increíble a medida que avanza la acción.

Las consecuencias del amor , de Paolo Sorrentino, tiene un planteamiento original. El personaje central es un displicente dandy cincuentón que vive en un hotel suizo. Lo interesante son los secretos que guarda.