Durante años fue el símbolo del hombre guapo, galán, conquistador y heterosexual. Pero ésa sólo era su imagen. Tal día como hoy hace 20 años Rock Hudson pasó a ser la primera víctima extremadamente popular del sida, una enfermedad que Hollywood y Estados Unidos habían intentado mantener en el armario, al igual que la homosexualidad, y que, con la muerte de la estrella, abandonó los confines de los guetos y demostró su poder devastador.

En su lecho de muerte Hudson dijo: "Al menos sé que mi mala suerte ha tenido algo positivo". Y lo cierto es que su confesión pública en julio de 1985 de que era portador del virus y su fallecimiento dos meses después obligaron a la administración de Ronald Reagan, al país y al mundo entero a empezar a enterrar estereotipos y abrir los ojos ante una pandemia. Hudson (su nombre real era Roy Harold Scherer), nacido el 17 de noviembre de 1925 en Winnetka, un suburbio de Chicago, tenía 59 años cuando falleció por un cáncer linfático vinculado al sida.

"Fue la primera persona en todo el mundo que un ciudadano corriente podía identificar como alguien con sida", ha dicho a France Press Craig Thompson, director del Proyecto Sida en Los Angeles, que añade que la muerte del protagonista de Gigante impulsó a famosos y gobiernos a implicarse activamente en la lucha contra la enfermedad. "Le adoraban. Era una de esas personas que, fuera de los focos, gustaba de verdad en Hollywood".

No hay previstos grandes homenajes para marcar este aniversario. Sin embargo, ha servido para que amigos del actor, como la columnista Liz Smith, recuerden los difíciles momentos que vivieron homosexuales y enfermos de sida en la década de los 80.