La escena está de luto. El estadounidense Arthur Miller, uno de los más grandes autores teatrales del siglo XX, deconstructor del sueño americano, voz de la conciencia social, analista de la culpa y la redención y defensor de la libertad, falleció el jueves por la noche por un fallo cardíaco en su granja de Roxbury, en Connecticut. El premio Príncipe de Asturias del 2002, autor de Muerte de un viajante, su obra más premiada, y Las brujas de Salem, la más representada, tenía 89 años.

Miller dotaba de extraordinaria profundidad lo corriente, aunque su propia vida estuvo muy lejos de lo ordinario. Nacido en Harlem el 17 de octubre de 1915 en el seno de una familia judía y víctima como millones de estadounidenses de los aprietos de la Gran Depresión, el joven que ahorraba 13 de los 15 dólares de salario semanal en un taller mecánico para pagarse la universidad conoció el éxito fulgurante cuando tenía sólo 33 años y entró en el universo de la fama en 1956, cuando se casó con Marilyn Monroe.

FAMILIA Y AMIGOS Según el New York Post, Miller tenía cáncer y neumonía además de problemas cardíacos. Su asistente, Julia Bolus, explicó ayer que la semana pasada fue trasladado del hospital, donde había sido ingresado al empeorar, a la granja del siglo XVIII que compró cuando estaba casado con Marilyn. "Es donde quería ir", declaró al tabloide la hermana de Miller, Joan Copeland.

Allí murió, rodeado de familiares y amigos. Junto a él estaba la pintora de 34 años Agnes Barley, con la que Miller inició una relación después de que en el 2002 muriera la que fue su esposa durante casi cuatro décadas, la fotógrafa Inge Morath. También estaba Rebecca, la hija de Miller y Morath, que es cineasta y está casada con el actor Daniel Day-Lewis, con el que Miller compartía, entre otras cosas, el amor por la carpintería. "Me fascina la idea de crear una nueva sombra en la tierra", dijo una vez el escritor.

Hasta que la enfermedad obligó a ingresarle, Miller había seguido escribiendo. Su último trabajo de ficción, una historia corta titulada Castores --sobre un hombre que reflexiona sobre su vida tras ver cómo matan a un animal en su propiedad--, aparece publicada en el último número de Harper´s.

El autor también estaba trabajando con la Biblioteca de América en un antología, estaba recopilando sus diarios para un libro y colaboraba con el productor David Reichenthal en las preparaciones de la producción de Muerte de un viajante, que se estrena en mayo en Londres.

SU LEGADO Otro de sus relatos, The turpentine still , se publica en el próximo número en Southwest Review. También en este trabajo, centrado en un personaje que empieza a pensar en su legado cuando se encuentra en Haití con un expatriado a punto de morir, Miller miraba hacia la muerte.

La pérdida de Miller ha creado una sensación de vacío en el mundo de las letras. Edward Albee, un autor al que Arthur Miller una vez alabó diciéndole que sus obras eran "necesarias", ayer devolvió las loas y aseguró que el trabajo del fallecido había sido "esencial" para el pensamiento contemporáneo.

El talento teatral de Arthur Miller comenzó a brillar con rapidez, hasta el punto de que con apenas 34 años, su obra La muerte de un viajante (1949), un drama sobre un vendedor incapaz de hacer realidad el "sueño americano", era galardonada con el Pulitzer, el premio de la Crítica de Nueva York y un Tony.

Otra de sus principales obras, Las brujas de Salem , 1953, se convirtió en un alegato contra la represión política y la furia anticomunista que fomentaron el senador Joe McCarthy y otros congresistas ultraconservadores, lo que le valió una condena económica.