La actriz y modelo francesa Mireille Darc (Toulon, 1938) fue una de esas presencias icónicas del cine de los 60 y 70 a las que el tiempo borró de la memoria de los espectadores en buena parte del mundo. No así en su país, donde gracias a su larga relación con Alain Delon y a sus trabajos en televisión (y también a su célebre media melena rubia, clara inspiración capilar para la primera dama, Brigitte Macron), continuaba siendo popular pese a que llevaba más de 30 años sin hacer películas. La actriz, que en los últimos años había tenido graves problemas de salud (sufrió varios infartos cerebrales), falleció ayer de madrugada a los 79 años después de pasar varios días en coma, según explicó su marido, Pascal Deprez.

La suya no fue una vida fácil. Nacida en Tolón (sureste de Francia), era el fruto de una aventura extramatrimonial de su madre, circunstancia que marcó su infancia (su padre adoptivo solía referirse a ella como «la bastarda»). Su verdadero apellido era Aigroz, pero cuando se trasladó a París para emprender una carrera artística (pequeños trabajos en el teatro que simultaneaba con ocupaciones como pasear perros o cuidar niños), adoptó el Darc en recuerdo a Juana de Arco.

Debutó en el cine a las órdenes de Jacques Dupont en Las distracciones (1960), película policiaca protagonizada por Jean-Paul Belmondo. El polar y la comedia fueron los géneros que más frecuentó, explotando su físico de rubia sexy y creando tendencia con su icónico peinado. Especialmente fructífera fue su colaboración con Georges Lautner, uno de los referentes de la comedia francesa de la época, para el que rodó 13 películas; entre ellas, Les Barbouzes (1964), Los gánsteres no se jubilan (1965) y la escandalosa Galia (1966). Ese mismo año participó en una curiosa coproducción hispano-franco-italiana, Zarabanda, bing, bing, dirigida por José María Forqué.

Estrella consolidada

A finales de los años 60, era ya una estrella consolidada, capaz de alternar el más exigente cine de autor (trabajó con Jean-Luc Godard en Week-end, de 1967) con la comedia más liviana. A este género pertenecía El gran rubio con un zapato negro (1972), de Yves Robert, que confirmó su estatus de símbolo sexual (su imagen con un vestido negro que dejaba al aire toda su espalda y un poquito más causó verdadera sensación en la época).

En 1968 conoció a Alain Delon en el rodaje de Jeff, de Jean Herman, y ambos iniciaron una relación que iba a durar 12 años. Volvieron a trabajar juntos en filmes como Borsalino (1970) y Los senos de hielo (1974) y formaron una de las parejas más glamurosas de la época. Pese a su separación -que se atribuyó al deseo del actor de tener hijos, algo que no era posible para ella por una malformación cardiaca-, siguieron siendo buenos amigos. Precisamente esas dolencias cardiacas y un accidente de tráfico interrumpieron la carrera cinematográfica de Mireille Darc en los 80.