Spartan abre una nueva vía temática en la obra cinematográfica de David Mamet. El dramaturgo, ensayista, novelista, guionista y realizador no se aparta del thriller con pistas falsas y mecánica de relojería, modalidad que reescribe a su antojo en Casa de juegos , La trama y El último golpe , pero incorpora unos personajes impensables en la obra de su autor.

Val Kilmer encarna a un concienzudo, frío y expeditivo marine que trabaja para una agencia gubernamental estadounidense. El personaje podría pertenecer a una novela de Tom Clancy. Pero estamos en el terreno de Mamet y las cosas no son nunca lo que parecen. El director mira a este personaje con distancia. No hay apego emocional ni valoración de sus virtudes como agente. La compleja trama gira en torno al secuestro de la hija del presidente del país. El personaje de Kilmer debe rescatarla. Pero eso ocurriría en una película convencional. Todo se complica y ni el desarrollo ni el desenlace guardan relación con la ortodoxia del género ni de los personajes.

Versátil como pocos, el autor realizó Spartan --cuyo título hace referencia a la táctica de los guerreros espartanos que enviaban a un solo hombre en las misiones más difíciles-- poco después de escribir un delicioso libro para el National Geographic , Al sur del edén , sobre el discurrir cotidiano del lugar donde vive, Vermont. Así es Mamet. Las reglas no han sido escritas para él.