No hace feo y, desde luego, no sorprende el León de Oro concedido por el jurado de la 66 edición de la Mostra de Venecia a la israelí Lebanon . De hecho, era de esperar. Entre todas las películas hasta ayer favoritas, la ópera prima de Samuel Maoz está bañada como ninguna otra con el barniz del cine importante. Es un alegato contra la guerra, contra todas. A los alegatos, ya se sabe, se les dan bien los premios. El presidente del jurado, Ang Lee, obtuvo un León de Oro gracias a Brokeback Mountain , alegato contra la homofobia.

En cualquier caso, es probable que el taiwanés y el resto de jueces no premiaran Lebanon por sus conclusiones morales sobre la guerra del Líbano --no saca ninguna-- sino porque al verla sintieron lo que todo el que la vio --pánico y claustrofobia, el sabor y el tacto del sudor frío, el olor de la carne humana a la brasa-- y porque, dado lo difícil que debió de ser ambientarla íntegramente dentro de un tanque, se le perdonan la pereza construyendo personajes, las caídas en el melodrama y que su resolución nunca esté a la altura de su idea de partida.

LA MEJOR Que Lebanon le arrebatara el León de Oro a la que sin duda ha sido la mejor de la competición, la durísima y ambigua radiografía religiosa Lourdes , no sería grave si el jurado al menos le hubiera dado el especial del jurado, segundo en importancia. A menudo suele concederse a obras radicales a nivel formal o narrativo, así que no se entiende que haya ido a parar a Soul Kitchen , de Fatih Akin, comedia poco más que entretenida. Lee y sus colegas debieron de echarse unas risas viéndola y eso, también es verdad, no es habitual en un contexto como este. En cualquier caso, confirma a Akin como una rockstar del cine de autor. Festival al que va, festival en el que le dan algo. Eso puede hacerle perder el norte a cualquiera: el tipo ha estado comparándose con Chaplin y Buster Keaton. Más quisiera.

Enhorabuena a la iraní Shirin Neshat, mejor directora por la bella Women Without Men , que se sitúa en los años 50 para hacer una dura crítica a la falta de libertad de la población y, sobre todo, de las mujeres de su país. Neshat acudió a la entrega de premios con un pañuelo verde --color adoptado por los seguidores del deformista Musavi-- y quiso dedicar a "la libertad y la democracia" un premio merecido, aunque nadie lo esperaba.

Entre los premios interpretativos, en cambio, no hubo sorpresas. El concedido a la actriz Kseniya Rapopport por La doppia ora huele a estrategia . Dado que tradicionalmente el palmarés incluye cine italiano, el jurado decidió no gastar en ese peaje los galardones más importantes. La elección de Rapopport no molesta , sobre todo porque a Isabelle Huppert, sin duda la mejor actriz del certamen, a estas alturas una Copa Volpi no le va a cambiar la vida. Respecto al mejor actor, no había más ganador posible que Colin Firth, Su trabajo en A Single Man es magnífico.

El reparto, en suma, no deja mal sabor de boca. Tampoco el (abultadísimo) repertorio presentado a lo largo del certamen.