El Doctor Woody Allen hizo ayer realidad sus dos sueños de juventud: "Ahora no solo soy un cineasta europeo, sino que también soy el producto de una universidad", dijo minutos después de recibir la medalla que le confiere el título de doctor honoris causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Durante su discurso, el cineasta nacido hace 72 años en el barrio neoyorquino de Brooklyn dijo: "Rodar en Barcelona es un sueño hecho realidad y una de las experiencias cinematográficas más excitantes de mi vida".

"Este es un momento muy inusual en mi vida", confesó rodeado de formalidad académica. Y no solo porque su auténtico currículo universitario se truncó ya en el primer año de carrera (se matriculó en la New York University y suspendió la asignatura de Producción de Películas), sino porque al aceptar este título honorífico rompía una de sus promesas más viejas. Al margen del grupo de jóvenes cinéfilos de Nueva York al que pertenecía y que querían ser como "Truffaut, Fellini, Bergman, Buñuel y De Sica", Allen jamás ha formado parte de ningún colectivo.

En el discurso de elogio de los méritos de nuevo doctor (el título honoris causa se otorga por méritos extra académicos), el profesor Antonio Monegal afirmó que el cineasta "ha dejado huella no solo en el terreno del cine, sino en la cultura contemporánea", alabó su sentido del humor "porque nos muestra la absurdidad de las cosas" y lo definió como un "filósofo popular". Para el acto, Allen vistió chaqueta azul marino, pantalones color crema, a juego con la camisa, y sin corbata.