Escritor, catedrático de Filología Románica, miembro de la Real Academia Española y académico de honor de Extremadura, Alonso Zamora Vicente falleció ayer sobre las diez de la mañana en Madrid a los 90 años, a causa de un infarto de miocardio, informó su hijo Alonso.

La vida de este escritor y filólogo no se entiende sin Extremadura. Aquí veló sus primeras armas lingüísticas, aquí se alberga su biblioteca de más de 20.000 volúmenes, aquí fue homenajeado y a algunos de los principales hombres de la cultura extremeña dedicó parte de sus escritos. Esta huella fue resaltada ayer por Antonio Viudas Camarasa, profesor de la Universidad de Extremadura (Uex) y discípulo de Zamora Vicente, que le dirigió la tesis doctoral.

"Era alguien entrañable, con gran sentido del humor y una persona preocupada por la cultura popular", destacó Antonio Salvador Plans, también profesor de la Uex.

CAPACIDAD DE TRABAJO Ha muerto, dijo el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina "uno de los grandes de la filología española" y recordó que fue discípulo de Ramón Menéndez-Pidal y de Américo Castro.

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, destacó la vitalidad y la capacidad de trabajo que mostró hasta última hora Zamora Vicente, quien estaba preparando la actualización de su Historia de la Real Academia , "la gran memoria" de esta institución, según informa Efe.

Tras aprobar las oposiciones a cátedra de instituto nacional de bachillerato en 1940 fue destinado a Mérida. Según recuerda Antonio Viudas Camarasa, Zamora Vicente había conocido anteriormente a Unamuno en la capital autonómica y asistió al estreno de Medea en el teatro romano en 1933.

Fruto de su estancia extremeña como profesor fue el libro El habla de Mérida y sus comarcas (Madrid, 1943) y posteriores análisis de la literatura de Gabriel Galán, Luis Chamizo, Juan Pablo Forner y Francisco Aldana, así como la pintura Godofredo Ortega Muñoz.

En el curso 1942-1943 dejó Extremadura para trasladarse a la Cátedra de Lengua y Literatura Españolas del instituto masculino de Santiago de Compostela, si bien no acabó el curso al ser llamado a Madrid para impartir la nueva asignatura de Dialectología Española.

"Extremadura era el recuerdo constante" de Zamora Vicente, afirma Antonio Salvador Plans. Así, el académico acudió numerosas veces a la región para dar conferencias, participar en congresos, recibir homenajes o el grado de doctor Honoris Causa, de la Universidad de Extremadura. Además era socio de honor de la Asociación Cultural Estudio y Divulgación del Patrimonio Lingüístico Extremeño.

A finales de los años 80 su biblioteca particular, denominada Fundación Biblioteca Zamora Vicente, viajó a Cáceres tras ser adquirida por 40 millones de pesetas por instituciones públicas y fue instalada en un edificio del casco histórico de la ciudad al servicio de la Universidad de Extremadura.

Hombre curioso, para Viudas Camarasa "fue un gran maestro, de una humanidad envidiable, respetuoso con la gente, muy austero y gran trabajador y viajero".

Esta curiosidad insaciable, que destacan quienes le conocieron se extendía por ejemplo, al dibujo de mapas, al conocimiento de la cerámica popular, las plantas o la zarzuela. "Nunca creyó que lo último que escribía era lo mejor", dice su discípulo extremeño, que resalta la faceta de compromiso político de Zamora Vicente. "Vivió en el exilio interior. Fue antifranquista toda su vida".