"El código Da Vinci es una novela y, por lo tanto, un trabajo de ficción". Que el propio autor, Dan Brown, sea tan explícito al definir su best-seller no ha impedido que lo que arrancó hace 13 meses como un fenómeno literario haya alcanzado dimensión de polémica social y religiosa. En Estados Unidos, una avalancha de hasta 10 publicaciones --ocho de ellas editadas por grupos cristianos-- pretenden desmontar la trama ficticia creada por Brown que, de momento, han comprado más de seis millones de personas. Hollywood, por supuesto, ya huele el éxito.

El libro, un thriller histórico según el cual la cristiandad estaría fundada en una conspiración de la Iglesia para ocultar que Jesucristo era mortal y tuvo hijos con María Magdalena cuyos descendientes viven en Francia, lleva 56 semanas en la lista de los más vendidos de The New York Times. Se ha traducido a más de 40 idiomas y, según una responsable de las librerías Barnes & Noble, "es la primera novela en mucho tiempo por la que la gente pierde horas de sueño".

En las iglesias cristianas, desde protestantes a católicas, El código Da Vinci también quita el sueño a muchos, pero de otra forma. "No creo que sea simplemente una novela inocente con una trama fascinante. Está ahí para llevar a la gente a una visión incorrecta e históricamente inexacta, y está triunfando", decía en The New York Times el reverendo James Garlow, coautor de Craking Da Vinci´s Code . El pastor evangelista Erwin W. Lutzer, autor de The Da Vinci Deception , anima a otros miembros de la iglesia a manifestarse porque la novela "ataca los fundamentos de la fe cristiana".