Que Agora se presentara ayer fuera de concurso en el Festival de Cannes no significa que Alejandro Amenábar no estuviera compitiendo, jugándosela. "Me siento como un niño con zapatos nuevos", confesó a la prensa, pero mientras tanto le caía una gotita de sudor nervioso por la frente. Después de todo, su nueva película es la más cara de su carrera --50 millones de euros, nada menos-- y la más ambiciosa a nivel temático: "El ágora a la que alude la película es el planeta mismo. He querido demostrar que, si para imponer tu religión tienes que aplastar a los demás, entonces te conviertes en un insecto", decía ayer.

Según esa tesis, el tema de la película podría ser el conflicto palestino-israelí, y, en cierta medida, lo es. Sin embargo, se sitúa en el siglo IV, en Alejandría, ciudad al borde del colapso.