Hoy es uno de esos días en los que pienso que Barcelona está muy lejos de Madrid; no puedo estar en casa, necesito ir allí para despedirme de mi amigo Luis. Le quería mucho. Nos conocimos en 1967; yo apenas había aterrizado en la capital. Y tejí una gran amistad con él y su familia. Iba a su casa de Somosaguas, donde nos bañábamos en la piscina; salíamos a cenar; pasamos alguna Nochevieja juntos; disfruté de un verano en su casa fabulosa de Oropesa, colgada sobre el mar --era hijo de la burguesía valenciana-- y diseñada por su mujer, María Jesús; íbamos a recoger espárragos; hicimos un crucero por el Caribe...

En aquel viaje me dijo: "Oye, eres muy graciosa. Voy a recomendarte a un amigo para que te dé un papel en una película que está preparando". Menuda broma. Era él quien había escrito el papel para mí en ´La escopeta nacional´. Yo tengo un gran sentido del humor, sí, pero él también. Trabajando con él vi que era un genio de talla mundial. Es nuestro Billy Wilder por el humor de sus obras, pero además las adornaba con el sentido crítico, duro, latino del neorrealismo italiano. Si no hubiera coincidido con el franquismo habría ganado dos o tres Oscar. Seguro.