--Nunca tanta violencia y tanta sangre se había visto en el teatro romano.
--Nosotros hacemos teatro. A mí no me interesan los efectos especiales sino son para que sean bonitos. La obra va más a la esencia del acto en sí mismo que a que se le corte la mano al personaje y se les vea el hueso. Ha de ser fuerte e impresionante, para eso está el argumento, es decir, no matas a un hijo y te quedas tan pancho, tiene que ser dolorosa la función pero no a base de vísceras, sino a base de la vergüenza.
--La gente no lo pasa muy bien que digamos.
--Se pasa bien pero es dura. Hay un catálogo de miserias del ser humano, y también de grandezas, pero sobre todo de miserias muy importante. Es dura de ver pero es bella.
--La segunda página del texto de William Shakespeare ya empieza con violaciones, descuartizamientos... ¿Cómo ha hecho para trasladarlo al espacio abierto del teatro romano?
--He hecho una puesta en escena que sirva para cualquier sitio, evidentemente y, fundamentalmente, pensando en Mérida, que te obliga a amplificarlo todo. No es normal actuar ante 3.000 personas. Entonces te obliga a que todo sea más grande, los asesinatos son más grandes y el impacto en el público ha sido más grande.
--¿Qué le llevó a concebir la plataforma móvil?
--La plataforma que gira con el agujero en medio es una especie de sumidero mortal que simboliza Roma, el bosque y se basa en dos imágenes: en el banquete final que es donde sucede toda la venganza y por otro lado nos evoca un movimiento volcánico, la tragedia es un acontecimiento en espiral e interminable, hasta que al final termina explotando, por esto gira. Desde el principio hemos ensayado porque el movimiento de este mecanismo es muy importante para el trabajo actoral que hemos realizado.
--Es la primera vez que Animalario aterriza en el Festival de Mérida.
--Fue Paco Suárez. Hace algunos años, cuando representábamos Marat Sade se me acercó y me dijo: --"Oye me interesa que hagas un montaje en el Festival de Mérida, pero tiene que ser grecorromano"--. Me hizo mucha gracia la condición. Me imaginé dos señores en ´taparrabos´ haciendo luchas grecorromanas y le dije que no, que no era habitual en mi eso. Entonces reflexione y le volví a ver. Propuso Tito Andrónico .
--¿Y qué ha sentido entonces?
--Las piedras exigen, he estado preocupado adaptando la obra y es que las piedras te exigen una manera de exponer las cosas. Es inolvidable.
--Ha habido nerviosismo.
--Nervios, preocupación, ilusión... Es un poco cóctel.
--¿Qué encuentra en el texto de Shakespeare que se traslade a nuestros días?
--El ya vió contemporáneo el mundo romano para explicar una serie de cosas, y lo sigue siendo. La virtud de Shakespeare es que escribe sobre el mundo romano y todo el mundo lo traslada al presente. Es por esto que se ha visto Afganistán y la Italia de hoy. Saturnino es muy ´berlusconiano´. Yo he visto políticos de hoy en día y por eso los he vestido de corbata, Tamora la vi como una maga que utiliza la seducción como base de poder y por eso va vestida con una serpiente pitón de cabaret, Tito Andrónico como un elemento muy anacrónico anclado en el pasado y por eso le respetamos la armadura y el casco romano.
--¿Qué le ha supuesto tito Andrónico?
--Es difícil. Este tipo de obras es algo que no he manejado tan habitualmente como los textos contemporáneos hechos por nosotros mismos en los que tenemos mucho entrenamiento y mucha facilidad. Los actores han estado muy nerviosos porque Shakespeare impone, pero luego es un amigo.