Woody Allen dijo una vez que le gustaría reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty. Esos manos pertenecen, desde hace dos décadas, a Annette Bening, capaz de doblegar al mujeriego más incorregible de Hollywood, con quien se casó en 1992 y con quien ha formado una familia numerosa (tienen cuatro hijos). Bening (Kansas, 1958) ha dejado al marido y a los vástagos en casa y ha viajado sola al Festival de San Sebastián para presentar La mirada del amor , donde da vida a una mujer que enviuda y se vuelve a enamorar de un hombre (Ed Harris) al que encuentra por casualidad y que es físicamente idéntico a su marido. En España se estrenará en octubre.

Amable y sonriente, Bening atiende a la prensa escuchando cada pregunta como si fuera la primera vez que se la formulan. Está recta como un palo (sufre dolor de espalda) y, dentro de su exquisita educación, solo se permite un pequeño lujo: apoyar uno de sus pies en la mesa.

--Su marido recibió el Premio Donostia en el 2001. Pero no viajó a San Sebastián por los atentados del 11-S. Tampoco vino en el 2009, cuando usted fue la galardonada. ¿No le ha animado a venir ahora?

--Me encantaría que estuviera aquí. No sé si usted está casada, pero yo soy de las que solo pregunto las cosas una vez. Y no vuelvo a hacerlo.

--¿Cómo es vivir con un mito?

--Probablemente muy parecido a no vivir con un mito. Perdón por esta respuesta, pero es que no tiene nada de especial.

--El conquistó un Oscar como director por Rojos. Usted ha sido candidata en cuatro ocasiones. ¿Ganarlo se ha convertido en una obsesión? ¿O la obsesión es de los periodistas que se lo preguntamos de forma continua?

--Me lo preguntan mucho, sí. Y, la verdad, nunca sé qué decir. La importancia que se da hoy a esos premios es mucho mayor de la que se le daba cuando yo empecé. Nadie tiene la culpa, aunque supongo que los medios han contribuido a ello.

--¿Para qué sirve un Oscar, además de para aumentar el ego?

--Pues no lo sé. Porque no tengo ninguno (Risas).

--¿Quizá para aumentar el cachet?

--Sinceramente, no creo. Hay gente que lo ha ganado y luego no ha trabajado demasiado.

--Una curiosidad. ¿Es verdad que sus padres (un músico y una agente de seguros) jamás la llevaron al cine cuando era pequeña?

--Sí, pero no me gusta mucho contarlo. No quiero que parezca que hablo mal de mis padres. Suena extraño, pero lo cierto es que el cine no les interesaba mucho. Tuve la suerte de que un profesor mío nos llevaba con frecuencia al teatro a ver obras de Shakespeare. Ahí me di cuenta de que quería ser actriz. Pero de teatro. Luego, con el paso del tiempo, pensé en probar en el cine.

--La vimos hace poco en Los chicos están bien , donde daba vida a una mujer lesbiana con pareja y dos hijos. En aquella ocasión comentó que no se había dedicado tanto a investigar sobre su personaje sino que, simplemente, se había dejado llevar por la intuición.

--La investigación es importante si el personaje que vas a interpretar tiene una profesión y te tienes que poner al día. Cuando estudiaba en la Universidad de San Francisco pensaba que cuanto más investigara y más ensayara más puntos iba a ganar como actriz. Pero no. Lo más útil y jugoso es la intuición. Lo que pasa es que los actores comentamos mucho cuánto investigamos. Pero, sinceramente, lo hacemos porque sentimos la necesidad de hablar de lo mucho que trabajamos.

--Ahora protagoniza La mirada del amor . Es curioso que a la madre del director, Arie Posin, le ocurriera lo que cuenta la película: encontrarse con un hombre idéntico físicamente a su marido muerto.

--La madre de Arie Posin es una mujer extraordinaria. Ha visto muchas cosas y también ha sufrido mucho. Es una persona muy bella. Y no demasiado sentimental. Es perfecta. Su historia familiar es apasionante (El matrimonio escapó del régimen comunista soviético).

--¿La película es una historia de amor o una historia de pérdidas?

--Ambas cosas. Hay obsesión y también duelo.

--Y ese duelo, ¿se puede mitigar con la pasión?

--Espero que sí.

--Su personaje intenta recuperar cosas del pasado, como su marido, que le han hecho feliz. A usted, como actriz, ¿qué le gustaría recuperar del pasado?

--Lo bonito de entrar en la edad madura es que podemos mirar el pasado de otra forma. Y conseguir que cambie. Aquello que fue importante ahora no lo es tanto. Tenemos la capacidad de transformar el pasado según nos convenga. Y eso lo podemos hacer gracias a nuestras experiencias vitales.

--¿El hecho de que Ed Harris estuviera en el reparto fue básico para que usted aceptara el papel?

--Que estuviera él ha sido muy importante para mí. Sabía que íbamos a trabajar muy bien juntos, que íbamos a conectar. ¿La hubiera hecho sin él? Quién sabe. Lo cierto es que me intrigaba mucho el guion. Es una historia única y con mucha intriga. Empecé a hacerme muchas preguntas sobre ella y tenía la necesidad de contestarlas. Es extremadamente conmovedor.

--Robin Williams también está en el reparto.

--Sí, ha sido fantástico trabajar con él. Es como te lo imaginas. Graciosísimo. Todo el mundo se ríe continuamente con él. Siempre está contando chistes y bromeando. Eso sí, cuando hay que trabajar es muy serio. Pero también es generoso con los otros actores. Es muy dulce.

--¿Le enfada que haya tan pocos papeles interesantes para mujeres maduras en Hollywood?

--Sí, pero soy consciente del mundo en el que vivimos. Vivo en Los Angeles, así que sé cómo funciona el negocio y, por eso, la escasez de papeles femeninos no me afecta demasiado. Ahora estamos en un momento en el que el dinero manda. Hay directores como mi marido o Terry Gilliam, que tienen una visión muy clara del cine y, sin embargo, les es muy difícil conseguir dinero para filmar. Vivimos tiempos complicados para rodar películas. Es cierto que para nosotras es más difícil conseguir buenas historias, pero yo no me quejo. Soy una afortunada.

--Porque no para de trabajar...

--Es cierto. Acabo de terminar una película en Los Angeles con Al Pacino y Christopher Plummer. Y en breve me pongo a las órdenes del director de The artist , Michel Hazanavicius, para rodar La búsqueda, una historia impactante sobre la guerra en Chechenia.