Desde su papel de ninfómana encadenada en Black snake moan, hace más de una década, Christina Ricci se las ha visto y deseado para encontrar proyectos a la altura de un talento como el suyo, casi diabólico.

Últimamente ella es lo único bueno de todo en lo que aparece, y vuelve a pasar en Z: The beginning of everything, la serie sobre Zelda Fitzgerald que se acaba de estrenar en EEUU y llegará a nuestro país durante este trimestre, según Amazon Prime Video. Basada en la novela de Therese Anne Fowler Z: A novel of Zelda Fitzgerald, cuenta de forma, en principio, poco apasionante el romance y matrimonio de Zelda Sayre con el famoso escritor F. Scott Fitzgerald. Gancho principal de la serie, Ricci -quien también ejerce como productora- deja entrever con sutileza las emociones reprimidas de esta it girl de los años veinte, enamorada de la vida y enemiga de las convenciones de su educación tradicional sureña. La imagen de Zelda como mujer avanzada a su tiempo no ha dejado de ganar fuerza en las últimas décadas, pero su lucha todavía no es tan conocida como debería.

Dos películas

Otras biografías filmadas contribuirán próximamente a la difusión de este icono de la era del jazz: se preparan no uno sino dos biopics lujosos, uno protagonizado por Jennifer Lawrence y otro por Scarlett Johansson. El primero se llamará, simplemente, Zelda. Dirige Ron Howard, quien ya ha tanteado el género del biopic. El segundo proyecto se llamará Los hermosos y malditos, como el libro de F. Scott Fitzgerald con inspiración en su vida marital.El proyecto, digamos, oficial, es el protagonizado por Lawrence, que cuenta con el beneplácito de los herederos de Zelda. Según ha contado The Hollywood Reporter, la película «incorporará expedientes recién hallados de un sanatorio donde Zelda estuvo confinada que indican que su marido se apropió indebidamente de las ideas de su esposa».

Pero empecemos por el principio. ¿Quién fue Zelda Fitzgerald? Algo más que la esposa del escritor, aunque su matrimonio con el autor de El gran Gatsby influyera claramente no solo su vida, sino también en sus intentos artísticos, como Zelda influyó (otros dirían alimentó) en la obra de Scott Fitzgerald, cuyos personajes podían decir literalmente palabras pronunciadas por ella. Nacida en Montgomery, Alabama, la más pequeña de seis niños, Zelda era conocida en su juventud como gran belleza local. Conoció a Scott Fitzgerald a los 18, durante una fiesta en un club de campo de su ciudad. Él era por entonces un soldado destinado en un fuerte cercano, pero no pensaba hacer carrera militar, sino dedicarse a la escritura.

Zelda se casó con Scott Fitzgerald una semana después de que publicara su primera novela, A este lado del paraíso, en la importante editorial Charles Scribner’s Sons. En la reciente película El editor de libros, Colin Firth es el editor de Scott, Max Perkins, mientras que Guy Pearce es el escritor y Vanessa Kirby, Zelda.

Un camino propio

En el día de San Valentín de 1921, la vida loca de Scott y Zelda, reyes de la fiesta de la Nueva York de la era del jazz, bajó un poco de revoluciones: ella descubrió que estaba embarazada. Una vez nacida su hija Frances, Scottie, Z no siguió el abc de la buena ama de casa. Prefirió desarrollar su propia escritura. Ella quería brillar con luz propia, lo que la condujo a pintar y a retomar su sueño de ser bailarina. Después de ocho horas de ballet durante tres años, sufrió una crisis mental diagnosticada como «agotamiento nervioso».

Considerada esquizofrénica, aunque según opiniones recientes lo que sufría era un trastorno bipolar, Zelda pasó los años treinta en hospitales psiquiátricos. En uno de ellos, el Johns Hopkins, escribió su primera y única novela, la muy autobiográfica Resérvame el vals, complementaria de la famosa Suave es la noche de su esposo. A él no le hizo gracia, porque se suponía que esas ambiciones artísticas estaban dañando la salud mental de su esposa; y también, quizá, porque Zelda solo tardó seis semanas en terminar una novela que no estaba nada mal.

Como escribe Harry T. Moore en el prefacio de la edición de Vintage Classics, el libro «tiene una vida propia, como retrato de una era fabulosa y la gente que vivió en ella; es algo más que una simple curiosidad literaria».

Si en el Johns Hopkins nació como novelista, fue en otro hospital, el Highland de Asheville, donde perdió la vida, ocho años después de la muerte repentina de su marido en 1940. Su legado e influencia, sea como sea, perviven. Y la serie de Amazon, con sus defectos, servirá como recordatorio de la valentía de una mujer que luchó antes de tiempo por ser todo lo moderna e individual posible.