Al mediodía de ayer, Antonio Tabucchi confesó que tenía cuatro motivos para ser feliz: asistir por primera vez en Barcelona a la diada de Sant Jordi, presentar un nuevo libro suyo, hacer el pregón de la lectura y vivir en la distancia la entrega del Premio Cervantes a su amigo Sergio Pitol. Cuatro sencillas razones para un hombre que ha satisfecho las exigencias literarias de millones de lectores y que es considerado uno de los mejores autores europeos vivos. El escritor presentó ayer Autobiografías ajenas .

Tabucchi (Vecchiano, 1943) acumula premios otorgados en media Europa y reparte su tiempo entre Lisboa y Roma. Quizá por su matrimonio con María José Lancastre --traductora de Pessoa al italiano-- parte de su obra está ambientada en territorio portugués --Sostiene Pereira , La cabeza perdida de Damasceno Monteiro e incluso Réquiem , la escribió en esa lengua.

Autobiografías ajenas (Anagrama) es el primer título que publica después de Tristano muere , novela que, confesó, le supuso un gran esfuerzo que le obligó a "abrir nuevos caminos y mirar en otras direcciones". Lo cierto es que la mirada del escritor se dirigió hacia su propia obra, porque eso es en realidad el libro presentado ayer, un muestrario de su voz literaria y una "elucubración" sobre el trabajo anterior: "Reflexionar al cabo de los años sobre lo escrito es como mirar la fotografía del niño que fuimos y preguntarnos: ¿soy yo?".

El libro incluye 10 relatos, cinco inéditos, uno publicado en francés y en italiano los cuatro restantes. La lectura de estos textos permite seguir el proceso de creación de Tabucchi, saber, por ejemplo, que Pereira es el nombre ficticio de un periodista real que el autor conoció fugazmente en París, o intentar descifrar por qué escribió Réquiem en portugués, a partir de un sueño en el que el autor recupera la imagen y la voz del padre muerto. También aseguró que el libro es el deseo de escribir.