Buscar o intentar reconstruir una identidad territorial «constituye la razón evidente de individuos, de grupos, de localidades y de espacios motivados por un deseo de situarse, de enraizarse en una sociedad sin rumbo o que se percibe como tal», sobre todo en el contexto de la globalización. Lo escribió en un artículo científico Bernard Kayser, presidente del Grupo de Prospectiva de Espacios Rurales y presidente, también, de la Universidad Rural Europea para hablar de ruralidad y cultura. De cómo la cultura en los espacios rurales (y la cultura entendida como modo de vida de una sociedad, también) puede afianzar la población en un mundo en el que, visto un McDonalds, vistos todos.

También lanza varias preguntas: una de ellas nos gusta especialmente: «¿Es necesario vender todo? (en el sentido metafórico del término). La restauración de una pequeña iglesia, de una granja, la renovación de una plaza del pueblo solo tienen sentido en la medida que provocan un aflujo turístico, ¿o bien se puede emprender todo esto por el único placer y cultura de sus habitantes?».

Sobre cultura en la Extremadura rural van a hablar los miembros de LaFábrika detodalavida, de Los Santos de Maimona y La Colectiva Errante, de Plasencia, en una actividad que organiza el colectivo Imago Bubo y que se llama Al fresco: durante estos días han estado proyectando películas que retratan cómo son los pueblos, desde Cinema Paradiso a Los santos inocentes: hoy le toca a El olivo, de Icíar Bollaín y mañana a Amama, de Asier Altuna, las dos a las diez de la noche en la iglesia de la Magdalena. Los debates también continúan este sábado, hablando de arte en los pueblos… y en el campo. Qué se hace en las pequeñas localidades, cuán importantes son las actividades culturales en sitios en los que la frase más recurrente es «aquí nunca se hace nada» (y, cuando se hace, o no nos enteramos, o no vamos) y cómo a menudo la población más activa es la que ha de tomar las riendas si demanda actividades que no existen en los lugares que escogieron para vivir: vean el ejemplo de el Gallinero, el cineclub de Jaraíz de la Vera, o de los mismos chicos de LaFábrika, que habilitaron un espacio abandonado para trabajar sobre arquitectura colaborativa, construcción del territorio, reflexionar sobre los bienes comunes y potenciar la cultura libre. El tejido cultural español depende demasiado, en general, de la iniciativa pública y, para construir una sociedad participativa, antes que poder participar (es decir, que te lo permitan), lo importante es querer participar.

Pueblos vs ciudades

Y así, mientras en la capital del Jerte, que no es un pueblo exactamente, se organizan esta semana actividades de reflexión, en Badajoz, que es la capital más poblada de Extremadura, sucede una bacanal de seis horas con más de 100.000 personas en la calle que visitan edificios singulares, ven exposiciones, acuden a conciertos, se pintan las caras o asisten a obras de teatro para niños. Ya explicamos el año pasado que las voces críticas con la iniciativa de la Noche en blanco señalan que luego la cultura el resto del año puede que no esté tan presente, que el dinero se podría usar en otras cosas y que hay que tratar de afianzar públicos a largo plazo. Sin desdeñar la parte de reflexión sobre las políticas culturales, puedo saltarme todos los peros con la imagen, el año pasado, de un chico de unos 17 años plantado delante del autorretrato de Ángel Luis Pérez Espacio en el Muba durante más de un cuarto de hora. La valoración económica de la cultura es muy fácil de hacer: son datos objetivos. La valoración social es mucho más difícil pero, con que solo una persona se hubiera visto tocada, yo estoy dispuesta a perdonarlo todo.

Además, hay actividades para todos los gustos: desde el cómic gigante en las Tres campanas que organizan los miembros de ExTreBeO hasta el Letring Catch, con autores tan potentes como Sabina Urraca, Alberto Torres Blandina o Rui Díaz.

Y además, exponen Ramón de Arcos, Francisco Javier Mathé y Blanca Ambel, que hará un taller de pintura al aire libre; hay concierto de Gene García, Pedro Calero, Pepe Olmedo y Pepín Muñoz; hay teatro con obras para niños en los que los malos no son tan malos (qué necesario esto, en estos tiempos) y que hablan de las mujeres. El casco antiguo de Badajoz se va a llenar. Quizá patearlo más estos días sirva también para escuchar a los vecinos. De hecho, la plataforma SOS Casco Antiguo lo ha contado así: «No pasen por San Andrés, ni paseen por sus calles aledañas. No atajen por Afligidos, por Eugenio Hermoso, por Concepción, por Jarilla, Costanilla, San Lorenzo, Amparo, San Gabriel o Sepúlveda; no vayan al Campillo. No contemplen las ruinas, los solares inmundos, la suciedad, las ratas, la droga, la prostitución, las calzadas rotas. No vean, no huelan, no crean. Porque, si desobedecen, la noche ya no les parecerá tan blanca».

Charlas al fresco. Cultura en la Extremadura rural. Viernes, 1 . 20.00 horas. Plaza de la Catedral (Plasencia) y sábado, 2, a las 20.00 horas.