La película Silencio roto , del director Montxo Armendáriz, abrió ayer el Aula de Cine de Caja Extremadura en Badajoz, que inició así su décimotercera edición con lo que será un miniciclo dedicado al realizador navarro, autor de Tasio (1984) y Premio Nacional de Cinematografía (1998). El siguiente título --29 de octubre-- será Obaba (2005). Con ambas obtuvo importantes premios y distinciones en España y en el exterior.

Armendáriz volvió ayer a Extremadura, que conoce bien por sus viajes anteriores a Mérida, Cáceres y otros parajes de la región, donde filmó Escenario móvil en el 2003, un documental sobre la llegada de actuaciones teatrales y musicales a los pueblos mediante un programa denominado como el título del filme.

En esta ocasión el destino extremeño fue la ciudad pacense, donde se mostró encantado de colaborar con una entidad que "destina dinero a la cultura y al cine, y no un año, sino muchos, lo que nos permite a los directores comunicarnos con el público".

Para él, fue "muy gratificante" abrir el ciclo con Silencio roto porque "la gente puede seguir viéndola y hablando de una época --la Guerra Civil-- oscura de nuestra historia y de gente que luchó por los ideales de la democracia y la libertad".

EL PUNTO DE INFLEXION No obstante, Tasio sigue siendo para él el trabajo que marcó "un punto de inflexión en mi vida personal, por ser el primer largometraje; fue un cambio importante, porque hasta entonces yo vivía de la electrónica, de arreglar televisores, montar ordenadores y de dar clases".

Tasio fue la primera película, pero "no vino por inspiración celestial", sino que fue el resultado de sus inquietudes cinematográficas y de su experiencia anteriores con diversos cortos. Entre ellos, uno sobre los últimos carboneros de Navarra, con el que conoció a quien dio nombre a su ópera prima, "porque me impactó su filosofía y conocimientos de la vida", contó, en respuesta a una pregunta de Teresa Baz, directiva de Caja Extremadura.

Y continúo contando cómo estudió electrónica por indicación de sus padres, "obreros, que cuando dije que quería hacer cine respondieron que acabaría en el manicomio que había cerca de mi casa". Fue a los 33 años cuando, tras una excedencia fallida en el Politécnico donde enseñaba, contactó con Elías Querejeta y éste produjo la historia.

Armendáriz asume que se pueda entender su obra como la de "un director de atmósferas", en la medida que le interesan "las vivencias humanas, los personajes, aunque también me guste el cine de acción y de género, pero al hacer mis películas sí se puede hablar de atmósfera, de clima y de tonos".

El director no cree que se haya hecho "demasiado cine sobre la Guerra Civil, no sé de dónde ha salido esa idea. Cuantas más películas se hagan, más puntos de vista. La Guerra Civil es un episodio traumático en nuestra historia y en esa medida hay que hablar de ello. Además, tiene muchas posibilidades dramáticas", explicó. Como también le interesa la actualidad, "implícita en las vivencias; al contar historias en mis películas, el ambiente es fundamental".